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CAPITULO XXI.

127

3

Cum apparuissemus au–

tem Cypro , relinquentes eam

ad sinistram , navigavimus in

Syriam , et venimus Tyrum:

ibi cnim navis expositora erat

onus.

4

Inventis autem discipu–

lis , mansimus ibi diebus se–

ptem : qui Paulo dicebant per

S

pi ritum ne ascenderet leroso–

lymam.

·

5

Et expletis diebus pro–

feél:i, iba mus , deducentibus nos

omnibus cum uxoribus et filiis

usque fo ras Civitatem : et posi–

tis genibus in littore , oravi–

mus.

6

Et cum valefecissemus in–

vicem, ascendimus navem

:~»iili

autem redierunt in sua.

7

Nos vero navigatione ex–

pleca , a Ty ro

d~dimus

Pto–

lemaidam : et

~tis

fratri–

bus, mansi'fñus die una apud

il–

los.

8

Alia autem die profe–

él:i , venimus Caesaream. Et

intrantes d<imum Philippi E–

vangelistae

Q

,

qui erat unus

de septcm , mansimus apud

cum.

9

Huic autem erant quat–

t uor filiae virgines prophetan-

t es.

10

Et cum moraremur per

1

Así eran llamados los que scguian la

dofuina de Jesu Christo.

11

:El

E~píritu

Santo Jes habia reve–

lado los tr,1bajos que Pablo habia de

padecer en Jcrusalem. Por esto , llenos

de carid.1d

,

y

no sabiendo que era la

volunt.ld

de Dios que fuc!c allá , pro–

curab:m por todos los medios persuadir-

a Supra

YI.

3 Y habiendo avistado

a

Chy pre , dexándola a la izquier–

da , continuamos nuestro rumbo

hácia la Syria, y arribamos a Ty–

ro: porque el navío habia de de–

xar allí su carga.

4 Y

como hallásemos discí–

pulos ' , nos detuvimos allí siete

días:

Y

decian a P ablo por el Es–

píritu • que no subiese a Jerusa–

lem.

5

Y

pasados estos dias, sali–

mos de allí, acompañándonos to–

dos

3

con sus mugeres y con sus

hijos hasta fuera de la Ciudad:

y

puestos de rodillas en la ribera,

hicimos oracion.

.. 6 Y

despidiéndonos unos de

otros, entrarnos en el navío:

y

ellos se volvieron a sus casas.

7 Y

nosotros concluida nues·

tra navegacion, de TyrCJ pasamos

a

Ptolemaida :

y

habiendo salu–

dado a los hermanos, nos detu–

vimos un dia con ellos.

8 Y

al dia siguiente par–

tiendo de allí , llegamos a Cesa–

réa.

Y

entrando en casa de Phe–

li p el Evangelista

4 ,

que era

uno (le los sietes , alvergamos en

su casa.

9 Y

tenia este quatro hi–

jas vírgenes

6

que prophetiza–

ban.

10

Y d:¡íi!mte fa mansion que

le

.f¡ue no fuese.

3

MS.

Escurrieron nos todos con fiJos

e co11 nwgit!res.

Esto

es ,

Predicador del Evan–

gelio. De él se habla Cap.

VI.

5.

VIII.

5 •

f

8

·Di:íconos.

• S. Gaa6HMO

Epis/. vur. )' Epi•