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CAPITULO XX.

t~

Serviens Domino cum

omm humilitate et lacrymis

et tentationibus , quae mihi

acciderunr .ex insidiis Iudaeo–

rum:

20

Quomodo nihil subtráxe–

rim utilium, qua minus annun–

tiarem vobis , et docerem vos

publicc et per domos ,

2r

Testificans ludaeis atque

Gentilibus in Deum poeniten–

tiam, et fidem in Dominum no.:..

strum lesum Christum.

22

Et nunc ecce alligarus

ego spiritu , vado in lerusalem;

quae in ea ventura sint mihi

ignorans:

23 Nisi quod Spiritus San–

étus per omnes Civitates P.tihi

protestatur , dicens : quoniam

vincula et tribulaciones Ieroso–

lymis me manel).t............_

24 Sed

~-iiífPIII9brum

ve–

reor , nec<cio animam meam

pretlosiorem quam me, dummd–

do consummem cursum

meum~

ct ministerium verbi , quod

accepi a Domino Iesu , te–

stificari Evangelium gratiaé

Dei.

25 Et nunc ecce ego scio

quia amplius non videbitis fa-

r ies hace presente, que no

ha

oplles–

to a las tribulaciones

y

persecuciones que

le mo"icron los Judíos, sino la paciencia,

humildad

y

las ligrimas , ensenando con

esto a los Pastores , que estas son las ar–

mas con que han de vencer la obstinacion

de sus enemigos , compadeciendo su

Ce-'

guedad.

"'

La

conversion ,

tanto

de los Judíos.

como de los Gentiles, a quienes se predi–

c~ba e~

Evangelio, comenzaba por la pe–

mre~c¡a

y

dctesracion de los pecados ,

y

termmaba en

la

fe de Jesu Christo.

Tom. Il.

rg Sirviendo al Señor con to–

da humildad y con lágrimas '

y

con tentaciones, que me acaecie–

ron por las asechanzas de los J u•

díos:

20

Como hada que os fucsé

útil me he retraído de decíroslo,

y de enseñaros en público y pot

las casas

,

21

Predicando a los 1udíos

y

a los Gentiles la conversion a

Dios

2

,

y la

fe

en nuestro Señor

J

esu Chrisro.

22

Y ahora he aquÍ que yo

obligado del Espíritu

3 ,

voymé

a Jerusalem; no sabiendo las co–

sas que allí me han de

acontecer~

,.23 Sino lo que el Espíritu

Santo tne asegura

4

por todas las

Ciudades , diciendo : que mé

aguardan en J erusalem

prisio~

nes

s

y

tribulaciones. •

24 Mas no temo ninguna de

estas cosas ,_ni hago mi pr0pla vi–

da mas preciosa que a mí mismo

6 ,

con tal que acabe mi carrera

' ,y

el

ministerio de la palabra , que

recibí del Señor Jesus para dar

tesQ._monio del Evangelio de la

gra~a

de Dios.

25 Y ahora he aquí yo sé que

no vereis mas mi cara todos

vo

4

3

impelid~

un

m~''imiento

interiorf

que me lleva indispensablemente a Jcru–

salem.

4

~

O por una re\•elacion inmediata ,

O

por

la

boca

de los

Prophetas ,

a quienes

inspiraba.

Cap.

xx 1.

to,

s

MS.

Presrmes.

6

EStoy

muy

distante de querer cóo–

sen'ar

la vida de mi cuerpo a expensas

de

la salud eterna de mi alma , o con

detri–

mento de mi vocacion.

:

Texto Griego

(.A.f:'Td.

x,a~d:r ,

ctm

ale~

grut.

Q•