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494

SAN JUAN.

.

ad Pontífices et Pharisaeos. E t

d ixerunt eis

illi :

¿Quare non

adduxistis illum?

46

Respondcrunt Ministri:

N umquam sic Jocutus est ho–

rno , sicut hic horno.

....!iioi7

Re~ponderunt

ergo

eis

..--.·isaei : ¿Numquid et vos

seduéti estis?

48

¿Numquid ex Principibus

aliguis c red idit in eUin , aut ex

Pharisaeis?

49

Sed turba hace, quae non

novit Legem, maled iéti sunt.

so

Dixit Nieodemus ad eos •,

ille qui venit ad eum noéte, qSi

unus era t ex ipsis:

51

¿Numquid Lex nostra i:u–

dicat hominem , nisi prius au–

dierit ab ipso • , et cognoverit

quid faciat?

;:

'"-

52 Rcsponderunt , et dixe–

runt ei: ¿Numquid et tu Gali–

laeus es? Scrutare Scripturas,

Con estas palabras no solo manifies–

tan la <1dmiracion que les habian causndo

las palabras del Salvador, sino que conde–

n:m visiblemente la nola voluntad de Jos

que habian cn,·iado a prenderle:

!1

Si los P

hariséos estuvieran ménos

prcocupad.os

, era

natural

que hubiesen

t::

p

rcgumalo a estos

Ministros ,

qué cosa

cr:~.

lo que habia hecho tanta i.mpresion

en su ánimo , que los habia dexado co–

JUO

sin m:mos

y

sin accion para execu–

tar las órdenes que IJe,•aban : pero ellos

ciegos

y

preocupados trataron

de

sedu~

cion

y

engaño todo lo que podia con–

tribuir a

aumentar el

·édito de J csu

Christo.

3

¿Vcis que crea

en

ese hombre que

vosotros aJabais , alguno d,e los P ríncipes

~

de los Ph.1riséos , que

~n

lo

)e en-

tienden

J.¡

Ley? Por tanto

C:Jebeís

a . Suprn

III.

:z .

a los Príncipes de los Sacerdotes

y

a los Phariséos. Y estos les dixc–

ron : ¿Por qué no le ha beis traldo?

46 Respondieron los Minis–

tros : N unca así habló hombre,

como este hombre'.

47 Replicáronles Jos Phari–

séo~

:

· ues qué vosotros habeis

sid

mbien seducidos •?

4 ··

¿Pqr ventura ha crddo en

él alguno de los Príncipes , o de

los

PI'•

a riséos ' ?

49 Pero esas gentes del vulgo,

que no saben la L ey, malditas son.

so(J

Díxoles Nicodemo, aquel

que vino a J esus de noche, que

era uno de ellos:

sr

¿Por vent¡Jra nuestra Ley

juzga a un hombre , sin haberle

oído

priJnero,

y

sin inforn1arse

de lo que ha hecho?

· .

f

52 Respondié ronle,y dixeron:

¿Eres tó por ventura tambien Ga–

liléo

4

? Escudriña las Escrituras,

seguir ,

y

no a ese vulgo que por ignorar

Ja

Ley

es cx€crabJe

y

maldito de D ios.

E ste discurso es semejante al que podri:l

hacer un

~o,

culpando

a

la luz del SoJ

porque no

veía ,

sin reparar que la

falta

est.:~.ba

en

sus propios ojos.

E stos

llhari–

séos. pretendían autorizar néciarnentc su

voluntaria ceguedad con la multitud de

~ros

ciegos sus semcj:mres.

4

A

esta sólida pregunta de Nicode–

mo debían responder los llhariséos ,

ha–

ciéndole presente los motivos que

ellos

tenían

p~u·a

mandar que se prendiese a J e–

sus. Pero le responden con una doble in–

juria , primeramente tratándole de Gali–

léo , que en

su

opinion era un grande im–

properio

;

porque creían que no podía sa–

lir nada bueno de Galiléa :

y

en segundo

lugar dándole en rostro con una grosera

ignorancia

d~

las Escrituras.

.

D~uter.· :XY:II.

8.

ei~I~.

15. ·