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CAPITULO VIII.

499

Quo ergo vado, vos non potestis

venire.

22

D icebant ergo lúdaei:

¿Numquid interfic.iet semetip–

sum, quia dixit : Qua

e~o

va–

do , vos non potestis vemre?

- 23

Et dicebat eis : Vos de

deorsum estis ; ego de supernis

sum. Vos de mundo hoc

-~stis;

ego non sum de hoc

mund~

24

D ixi ergo.vobis, quia mo–

riemini in

peccatis'vestris:si·~nim

non credideritis quía ego sum,

moriemini in peccato vestro.

25

Dicebant ergo ei

~ ¿Tu

quis es? Dixit eis Iesus : Princi–

pium , qui et loquor ·vobis.

" 26

Multa habeo de vobis lo–

qui, et iudicare •: sed qui me mi–

sit, vcrax ese : ct ego quae au–

divi ab eo, haec loquor in mun–

do.

~

De incredulidad

y

de odio contra mí.

" Los Judíos no comprehendieroñ que

Jcsu Christo no hablaba de la muerte que

es comun a todos los hombres-, sino del

Cielo

,

a donde; dcspues de su muerte,

volviendo a su Padre , ? cbia ir ,

y

a don–

de le habían de seguir solamente los que

creyesen en él. .

3

M$.

Vos sodes de iuso

,

e yo so de

SJI$0 .

4

J

esu Chrisro segun su oarne era de

ac:í abaxo ; mas como H ijo Unigénito del

Eterno Padre

era de lo alto ;

esto es, en–

gendrado Dios de D ios ante todo tiem–

po. Los Judíos eran de acá abaxo ; por–

que asidos a los pensamientos baxos

de

sus

genealo~ías

y

a

la corrupcion del si–

glo , no cre1an en aquel que babia venido

a elevar consigo al Cielo a los que por se–

guirle renunciasen las cosas de la tierra.

Un verdadero discípulo de Jesu

Ch~isto

debe estar en este mundo como si no es–

ruviera en él ,

y

usar de sus bienes como

si no usára.

I .

CM"intk

YII.ll

..

Su

con-

.

n Supra

I I I.

33· 34·

R oman.

I 1 I..

Tom. l .

do '. A donde yo voy, vosotros

no podeis venir.

22

Y d<;cian los Judíos: ¿Por

ventura se matará a sí mismo

2.,

pues ha dicho :

A

donde yo voy,

vosotros no podeis venir?

23

Y dedales: Vo1idtras

SqH

de abaxo; yo soy de arriba'·

VilJ.

sotros sois de este mundo; yo no

soy de este mundo

4,

24

Por eso

os

dixe , quemo–

r~is

en vuestros pecados : por–

que sino creyéreis que yo soy

s

,

moriréis en vuestro pecado.

25

Y

decíanle : ¿Quién eres

t~

Díxoles J esus.: Yo soy el Prin–

·cipio

6 ,

el mismo que os hablo. .

26

Muchas cosas tengo que

decir de vosotros, y que juzgar:

1;11as el que me envió, es verdade–

ro:

y

~o

lo que oí de él

1 ,

eso

hablo en el mundo.

"'

versacion

y

pensamientos han de estar eli

el

Cielo.

5

Si

no creyereis que yo soy aquel

Oc

quien los Prophetas han hablado , aquel

Messías que os han prometido , moriréis.

~n

vuestro pecado. S.

o~

RJL.

in Iomm.

L ib.

v.

Cap.

IV.

porque ninguno puede

absolutamente

salva~e

sin la fe de J esu

Christo.

6

Yo qpe estoy hablando con voso–

tros soy el principio de todas

las

cosas:

.J

soy el Verbo por quien fueron hechas ro..

das las criaturas.

El

texto Griego

T~" á.~.:t~r, ~'11

Jo.aAvf

~piv , T~, «~x~",

es acusativo

y

femenino;

y

1'11,

que tiene todo el

ay-

ré _de neutro, no puede pertenecer a

~X~'·

Por eso trasladan algunos :

Yo soy

dcsd~

elprincipio

:y

es,qáf lo que os digo.

Co-

mo si dixera :

DÍ~tais

vosotros sobre mi'

sér,

y

me pregunrais quien soy : soy el

Mcssías, el Hijo de Dios , el que soy desde

el principio ; estOJFS, anre todo principio,

y

el qu"

. principio a rodas las cosas.

· r Pudie \ hablar de .vuestra

sobe~via

1

Rrr2.