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. ·. sAN JUAN•

'

5

In· • Lege autem Moy–

ses mandavít nobis huiusmodi

lapidare, ¿Tu ergo quid dicis?

6 Hoc autem dicebant ten-

tantes eum , ut possent accusa–

re eum. lesus autem inclinaos se

d~sum

, dígito scribebat

in

teM.

,

7

Cum ergo perse:'erarent

Interrogantes eum, erextt se,

e~

díxit eis • : Qui sine peccato est

vestrum , primus in illam

la~

dem mittat.

8 Et iterum se inclinaos,

scribebat in terra.

9

Audientes autem

unS's

post unum exibant, incipientes

a Senioribus : et rernansic · so–

lus lesus , et mulier in medio

stans.

IO

Erigens autem se Iesus,

flo hallándose en

el

dia ningun manuscrito

Lat:ino en que no se lea

¡

convienen ro–

dOs ,

y

aun

los

1nismos

Protestantes ,

que

.,_:be ser admitida. la primera parte de este

Capítulo por tan authénrica como rodo lo

demas. La f.1.l ta de un Copista que la omi–

tió

al principio, pudo muy bien dar lngar

a las orras que se hiciexon sobre

la

prime–

r!' copia ddCétuosa. Véase

MoRINO

E–

xercit. Biblic. Cap. xr. pag.

44·

'

E sta fué una pregunta llena de ma-

l•licia ; porque si la condenaba a muerte,

hubieran tomado este pretexto para des-:

acreditarle con el pueblo , cuya afici9n

y

crédito se había ganado por su suavidad

y

dulzur:1. Si lá absolvia, le hubieran acu...

sacio de prevaricador

y

enemigo de

~a

Ley.

2.

En algunos

man~Jtos

Griegos se

lec

,u~

7!'pov;Tll•lfJWvo' ,

no ttfsimuladameute.

3

Esto hace alusion a

la

costumbre

que tenian los J udíos , pues los testigos

-eran los primeros que ti(.ban las piedras

Contra los culpados. Jesu

Chr'

:'J

quiew

re d'ecir con esto , que para

..

~te

Wl

J Uez

s

L tvit. JtJt,

io..

5 Y Moysés nos mandó en

la Ley apedr¡!ar a estas tales.

¿Pues tú qué dices?

6 Y esto

lo decían

ten–

.tándole , para poderle acusa r '.

Mas J esus inclinado hácia aba–

xo , escribía con el dedo en

tierra

z.

.

lr"

Y como porfiasen en

pre~

guncarle, se enderezó , y dixoles:

El que entre vosotros esté

sin.

pe–

cado

~-tire

contra ella la piedra •

el primero.

{!

Volvió a

inclinarse ,

y

coqtio:uaba escribiendo en tierra

9 Ellosqoando esto oyeron

4

íbanse unos en pos de otros , y los

mas Ancianos los primeros

s ,

y

quedó Jesus solo, y la muger que

estaba en medio.

10

Y enderezándose j'esus

6 ,

pueda castigar legítimamente los delitos

de otros , es necesario que esté libre de

p ecado. P retende solamente obligar

a

los

acusadores de esta muger

a

dexarla

Jibrej

en

vista

de

los remordimientos de su

pro–

pia conciencia,

y

temiendo que el Señor

publicase los delitos oculcos que eiJos te–

nían aun de

Ja

misma cbse. D e este

mvdo

la

saca

li~~"de

entre sus manos ,

y

sirl

dexarles el menor pretexto para poderle

acusar.

Oyendo esto

1

y

segun

añade el T .

<;ir.

~

Ú?r0

Tíi'

cruvc..,J'IÍcnc.~'

tAtyXÓJMI'ot ,

)'

~fmordiéndoles

la conciencia.

5

T.

Gr.

'(o,

T4v

i%~7ti>"

,

hasta los

tíltililos.

No convienen

los I ntérpretes

acerca de lo que el Señor escribia con el

dedo en tierra ; pero sí en qoc el Señor se

abax6 , para dar lugar a que los acusado–

res no pudiendo sufrir las acusaciones de

sus propias conciencias , se saliesen o re–

tirasen con ménos rubor el uno despues

del otro, como lo hicieron.

6

T.

Gr.

~ .u~Nvcc. ~tacrá;.uvo;

,

?l'hh·

"T~'

;uve&¡xó' ,

t'

uo

vi~ndo

a uinguno sino

a

11

Dmter.

JCY I

r .