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CAPITULO XXVII.

t6g

eius , dicens : Nihil

tibi , et

iu to illi : multa enim passa

sum hodie per visum propter

eum.

20

Príncipes " autem

Sa–

cerdotum et Seniores

persua–

serunt populis ut peterent

~a­

rabbam ,

Iesum vero perde–

rent.

21

Respondens autem Prae–

ses , ait illis : ¿Quem vultis

vo–

bis de duobus dimitti ?

Ar

illi

dixerunt: Barabbam.

22

Dicit illis Pilatus: ¿Quid

jgitur faciam de Iesu , qui dici–

tur Christus ?

23 Dicunt omnes : Crucifi–

gat ur. Ait iJJis Praeses : Quid

enim mali fecit? At illi magis

clamabant dicentes : Crucifiga–

tur.

24 Videns

autem

P ilatus

guia nihil proficeret , sed ma–

gis

tumultus

fieret

; · accepta

agua , Javi t manus coram po–

p ulo, dicens : Innocens ego sum

a sanguine Iusti huius : vos

vi–

d critis.

Nada tengas

tú con aquel jus–

to : porque muchas cosas he pa–

decido en vision por él esta no–

che'.

20

Mas los Príncipes de los

Sacerdotes y los Ancianos per–

suadieron al pueblo que

pidi~n

a Barabbas ,

y

que hiciesen m"o–

ir a Jesus.

21

Y respondiólesel Presiden–

te, y dixo: ¿A quién de estos dos

ql!ereis vosotros que yo dé liber–

tad ? Y dixeron ellos: A Barabbas.

22

D iceles Pilato: ¿Pues qué

h:,vé de J esus , que se llama el

Christo?

23 D icen todos : Sea crucifi–

cado.

D ixoles

el Presidente: ¿Pues

qué mal ha hecho? Y ellos levan–

taban mas el grito diciendo: Sea

crucificado.

..

24 Y viendo Pilato que nada

adelantaba ' , sino que crecía mas

el alboroto; se hizo traer agua ,

y

se lavó las manos delante

del

pue–

blo, diciendo : Inocente estoy yo

de la sangre de este Justo : allá

o~

lo veais vosotros

3 •

25 Et respondens universus

25 Y respondiendo todo el

a

t..--..,-._;

,.

E l Autor de la carta

ad Philip.u.

atribuída a San Ignacio Obispo de Anrio–

quia ,

y

algunos otros Autores han creído

que

fué

el Demonio el que envió este sue-'*

ño a la muger de Pilato, con- 1 fin de

es–

torbar quamo le era posible la muerte de

Jesu Christo. Porque comenzando a reco–

nocer

la

D ivinidad del Señor ,

y

a pene–

trar los mysterios de su mucne , conocia

muy bien los grandes cfcél:os que produ–

ciría a f.1.vor de los hombres. Pero todos

Jos otros Padres

lun

creído que fué un

sue~

ño enviado por Dios , para justificar en el

espíritu

dd

Presidente a aquel que los

J

u–

diOS

querian que él mismo coadenase.

MS.

Que

uol

te11ia

pro 1ziu,gmto.

1

3

Mandaba D ios en el

D eutt'ronóm,io

x xr.

6. que quando se encontrase el cuer–

po de un hombre muerro sin haberse desw

cubierto el matador , se lavasen todos las

manos

en testimonio de

su inocencia. Pi-

1

r:.

,

o

conform:í.ndose

con esta práélica

de los

J ud.íos , o porqu

e esta costumbre

fuese tarnbien

comu~

las otras N aciones,

crey6 que con esta ceremonia exterior de

Ja"arsc las manos , podia condenar sin nin–

gun remordimiento al que reconocia

y

pu–

blicaba

inocente ~

solamente por satisfacer

a los Jud

. Mas no es el agua la que pu–

rifica el e

azon ;

y

el deliro que se can-

a M."'rc. xv.

h .

Luc.

XXIII.

xS.

Iomm.

X VIII.

40.

Allor.

III.·

14.

Tom. I.

Y