-51-
· Estando el Siervo de Dios en la huerta, tay6 junto
:1
.;1
un gallinazo gravemente herido por una arma de fuego: to–
móle, y conociendo que tenia fracturada una pierna, la
~ndó
metodicamente; y acostandole despues sobre un poco de alfa!•
fa,
le mandó que no se moviese.
P ermaneció quieto el ani•
mal; y co.mia diariamente
el
sustento que Je llevaba su bien–
hechor. Luego que estubo sano, le mando Fray Martin que
volase. Asi lo hizo; pero .el agradecido animal venia con
frecuencia
á
visitarle; le halagaba, y permitia que lo cogiese.
Fray Martin le daba alg un alimento, y ,·olvia
a
volar luego
que lo despedia.
En otra ocasion vió en un muladar
á
una mula,
á
la
que su am0 liabia botado, porque
á
mas de ser vieja, tenia
rota una pierna. Llegóse
á
ella y la dijo con imperio: criatu–
ra de Dlos, levantate sana.
Se levantó el moribundo animal,
y siguió sin cojear al Siervo de Dios hasta el convento.
R e–
c0bró sus fuerzas por el cuidado de Fray Martin, y sin·ió
despues al convento muchos años.
Como los españoles comunicaron
á
la America la bar–
bara costumbre de lidiar toros; no pudiendo verlos en la pla–
z a los Religiosos, se traian algunos de Limatanbo -en tiempo
de recvacion, para que se divirtieran los Coristas. D escui–
dóse de ali mentarlos el que tenia ese encargo, y los dejó en
ayunas cttatro dias. Revelósele esta falta
á
Fray Martin; y
afligido al contemplar la necesidad de esos animales, entró
milagrosamente en el noviciado, estaüdo cerradas las puertas,
porque era media noche, llevando agua y alfalfa para socorro
.d e esos brutos. Amansó su natural ferocidad la compasion
de Fray l\1artin, y pareci;m acatarle,
y
manifestar su recono–
cimiento, besandole el Habito con su hocico. Fue testigo de
este portento el P. Predicador jeneral Fray Diego de la
Fuente, quien asomandose
á
una ventana inmediata
á
ese sitio,
tal vez porque sintió algun ruido, no solo presencio lo dicho,
sino tambien oyó que el Siervo de Dios decia
á
los toros, el
h ermano mayor deje comer
a
los menores. Luego que con–
s umieron la alfalfa _y el ag·ua, desapareció Fray Martin sin que
se abriesen las puertas; y•el P . Fray Diego publicó en el con–
vento esta maravilla.
Cuando iba el Siervo de Dios
á
la Hacienda de Li ma–
tambo, alimentaba y curaba
á
los animales del mismo modo
que en el convento.
P ero siendo tantos los que concurrián
en este, cuya multitud molestaba
á
los Religiosos, preparóles
en casa de su hermana sitio a proposito para medicinarlos, asi.
8