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Dios
ya
sus projimos. A Dios, por la virtud de la
religio~,
y á sus proj imos por toda clase <le socorros,
f
por
la_
afab11i·
dad, sfuceridad y respeto con que los trataba.
<;:on~1st1endc
la virtud de la religion en el honor que se tnbuta,a Dios
.e?~º
primer principio
d~
todas · las cosas, conforme a ella
dmg~o
siempre Fray Martin sus acciones
a
la mayor honra y glorra
de Di os, segun esta doctrina del Aposto!:
Si,
comeis, o si
~e
beis, o haceis cualquiera otra cosa, hacedlo todo a glona. de Dios.
A mas del culto interno, sus actos esternos acreditaban
el
homenage de honor, sumision y respeto que le tributaba.
Aunque simple Donado, acompañaba con el tspiritu
a
los reli–
giosos cuando rezaban el Oficio divino, siempre que· no se lo
impidiesen sus principales obligaciones; y la mayor parte de
cada noche velaba en la iglesia, adorando al Santisimo
Sacra1nento.
Eran tan fervorosos sus sentimientos de contricion
cuando se confesaba,
y
tan copiosas las lagrimas que vertia,
q ue pasmaba y confundia á sus confesores, no advirtiendo
estos jamas en su ac usaci'on ningun pecado ni mortal, ni ve–
nial advertido que hubi ese alguna vez manchado su concien•
cia.
Su viviúmo dolor de las faltas involuntarias,. de que no
ca"recen ni aun los mas perfectos en esta vida, penetraba inti·
mamente su corazon d e arrepentimiento y humillacion: pues
conociendo á la luz de la verdad, que nadie es puro y
limpio
delante de Dios, le hoITorizaba aun la sombra del pecado,
contemplando la infinita Santidad de Dios.
Asistia diariamente al Santo sacrificio,
y
servia por lo
comun
d~
ayudante en
mucl~as
misas, viendosele alglma• ve·
ces estattco
y
con el rostro e.ncendido en este ejercicio en que
el hombre hace el olióo de angel.
Fuera de los dias en que
la Constitucion ·ordena que comulguen los Religiosos, recibia
el pan de los angeles tres veces cada semana con permiso de
~us
P1:elados
y
Di rectores;
y
permitió Di os que se !rasluciese la.
devoc1on
y
fervor co1\que recibia á Jesus Sacramentado, por
lo~ ef~ctos
que se le notaban. Acabado de comulgar
s~
le
ve1a siempre el
~ostro
como una llama;
y
retirandose luego
para entretenerse con su Dios,
y
cla-rle graci;i.s por tan incom–
parable
bene~ci o,
se hacia invisible, de modo que no podian
hallarle en
nrn~una
parte del
conv~nto,
aunque lo buscasen en
sus
m~s
recond1tos lugares.
Se hizo publica. esta maravillay
por reiteradas pruebas que hicieron algunos Religiosos de–
seando
s:¡.t~sfa9c rse
e.nteramente de ella. Y como
sabia~
que
despues
.de · c~mnlg-aF,
er.a por lo c,omun la.sala d e.1 capitulo
el ·