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CAPITULO IV.
Heroicidad de las virtudss cardi/l(t/es.
•
Supuesta la heroicidad de las virtudes teologales que
practicó Fray Martin, puede reputarse inut\l tratar de las car·
dinales, por que estas se infunden con la caridad que las con·
tiene á todas. Mas esto solo debe entenderse como ya se ha
dicho, de las virtudes morales que se ordenan
y
dirij en al ul·
timo fin sobrenatural, y que no pueden adquirirse natural·
mente, como ·las que se practican para la consecucion de un
bien temporal, de las cuales dieron muchos ejemplos los
gentiles.
P6r
eso dice S. Bernardo:
Solamente deben llamar·
se prudentes los que nutren su alma con la doctrina de Jesu•
Cristo: solo justos, los que por su infinita misericordia han
obtenido el perdon de sus pecados: solo templados, los que pro·
cm·!ln imitar su vida;
y
solo fiurtes, los que en las adversida·
des se so3tienen
cm
los ejemplos 1ue nos dio de su admirable
paciencia.
Ser.mon
22
sobre los cantares.
Mas, aunque las virtudes morales infusas sean insepa•
rables de la caridad, y ellas mismas e,;ten tan conexas y enca·
denadas entre si, que quien tiene una, posee las <lemas, como
enseñan S. Ambrosio y otros Santos P adres, porque no puede
haber verdadera prudencia, sino es justa, moderada y fue1•te,
segun S. Agustin, en sú E pistola
16 1;
sin embargo, conviene
para mayor esclarecimiento, tratar separadamente ele cada
una, exponiendo las pruebas que acrcdíten haberlas ej ercita•
do Fray Martín.
ARTICULO
1.º
Su l'rndencia.
Por esta virtud, no solo se conoce lo que es conforme
a
la recta razon ilustrada por la fee, y lo que se opone
á
ella,
sino tambien en cada ocasion los medios conducentes para
practicar el bien, y evitar ó repeler el mal, segun el estado,
condicion y circunstancias ele cada uno. La Prudencia es
ó
personal,
ó
civil. Aquella tiene por obj eto el gobierno de si
mismo, y esta, el ele los <lemas. · En una y otra sobresalio
Fray Martin.
·
Se demuestra su heroicidad en la primera, porque
:tdornado desde sus primeros.años con los dones. del E spíritu