i.oepr~ndió
a los esclavos, y les mandó que llevasen
á
sti
ce~~a
el -Jerro muerto. Buscó luego al P. Procurador, y
le dtJO:
·
P~rq"ué
Padre mio hizo q· ue matasen á ese animal? ¡Este ef>
<
'
•
1
-
>
el pago que le ha dado, despues que le ha servmo tantos anos.
D espidi<!lse y se enc;erró en .su
celd~ ~º1,1
el_ perro
mue¡to. Esd e creer, c¡ne puesto en orac1on ped1rrn a Dios.que
restituye.sela vida al perro, si era de sn agrado, y que J?10s s
e loconc~.:.
<lió. Lo cierto es que al siguiente dia le vieron tod?s salir
de la celda con el perro Yivo, perfectamente sano y rejuvene–
cido;
y
que dandole de comer en la cocina, oyeron que le de•
cia: Hermano, no vaya 1'nas á la d espensa, donde está su amo
ingrato, pues ha esperimentado lo mal que ha co_t respondida
sus servicios. A sí se verifico, pues habiendo sobrevido mu–
chos años clespues, jamas
fué
á la procuracion,
y
huia de sil
antiguo amo, al momento que lo divisaba.
Vini.;ndo de la R eculeta Dominica vió en la calle que
llanf~'l
d e la Amargura, á un perriflo cubierto de piedras, y al
par~.?h
moribundo por falta de alimento. Compadeciose el
Siervo de Dios,
y
volviendo al convento de donde habia sa–
lido, pidió en el comida, y la <lió al animalillo despues que lo
sacó de entre las piedras.
Can1inando en otra ocasion para el mismo convento,
vió enterrado en Lma acequia inmunda
a
un perrillo v ivo. Sa–
cóle,
y
poniendolo en la casa mas inmediata, dijo en alta voz>
Laven por amor de Dios á este animalito.
Salió ele la casa
una muger; y creyendo que se burlaba de ella el Siervo de
Dios, lo insultó del modo mas grosero y descortes. Sufrió
Fray
~artin
en silencio sus denuestos,
y
los correspondió
pocos d1as despues con el obsequio de sabrosas frutas que
lle~
vó
á
la casa, para que las ·cómiése la muger.
Habiendo enterrado á un difunto en la Iglesia de Santo
~omingo,
no se apartaba de su sepultura el perro que le ha•
-bia
acompañado y serv'do, aullando y arañando ia tierra, aun•
que se empeñasen los Sacristanes en echarle fuera. Notando
Fray Martín esa fidelidad, y que el perro
á
pesar del hambre
uatural, 1)0
<l_esampa~aba
la sepultura, le llevaba alimento to;
dos los d;a,:; a una misma hora, hasta que pasado mucho tiem–
po, se
fu~ ,ª
la calle el ficlelísimo perro.
.
Vio Fray Martin
á
un gato gravísimamente herido ele
una
p_edra~a ~1~
la cabeza, y le dijo: vengase con migo y lo
!;Urare.
S1gu1ole, y se dej ó curar tranquilamente. CoHclui–
cla la
ºl?~_racion,
le 11abló de este· mod-o: vavase hermano,
Y,
vuelv
a i o<las las mañanas. Verificóse
a
la íetra hasta que es·
tnbo
sa.no,'
·