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como tehia una pieza con camas para los hombres enfermos.
Alli se congregaban perros, gatos, ratones, pajaros,
y
<lemas
brutt'Js para el alivio ele sus dolencias;
y
muchas veces iban
ellos mismos sin ser llamados por
el
Siervo de Dios, implo–
rando su socorro.
Fastidiose su h ermana, viendo su casa continuamente
inmunda por
el
concurso de tantos brutos,
y
pidió a Fray
l\1artin que los echase fuera.
Entró este a la casa,
y
habló a
los animales de esta n1anera: Hermanos, no seais molestos a
quien les hace bien, satisfa::ed vuestras necesidades
forzo~as
en
la
calle,
y
no entreis en las piezas que no estan
~estinadas
para vosotros. Obedecieron puntualmente este mandato con
admiracion de la familia, la que no fue molestada en adelante
por ninguno.
Fué tauta la compasion del siervo de Dios para con los
irracionales, que sabiendo en su ultima enfermedad el que
iban á matar algunos por orden de los medicos, para su cura·
e ion, se afligió tanto, que dijo varias veces: ¿Para qué quitan
la vida
a
esas criaturas de Dios, p,uesto que no me han de
aprovechar las medicinas, por que es voluntad divina que yo
muera?
Al contemplar la constante
y
fervorosa caridad tie Fray
Martín no solo con todo genero de personas, sino tambien con
los irracionales; los medies extraordinarios de que se valía
para el socorro d e unos
y
otros;
y
la maravillosa atencion con
que los brutos de toda especie escuchaban sus mandatos,
y
los
cumplían puntualmente, sin ser conocidos ni doctrinados de
antemano por él; parece que su espíritu se purificó tanto de
toda mancha,
y
fue tan renovado por la gracia de los Sacra–
m entos
y
sublime ejercicio de virtudes, que h abiendose uni–
do intimamente con Dios por
J
esu-Cristo,
y
h echo un espíri–
tu con él, participaba de sus gloriosos dotes,
y
dominaba
a
los bruto.s, así como Adán antes que cometiese su pecado.
P ero habiendo ya referido la herocidad <le sus virtudes teolo·
gales, expondré
la
exce~encia
de las cardinales,
y
d e las de·
mas que son sus dependientes.