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aquellos
que
persiguen, maltratan
r
quitan la vi.da.ª lqs
animales inocentes, que ni les hacen nmgun m al.' m
~irven
oara
,¡\\
sustento; pues si Dios ha dado al h ombre nnpeno so•
bre la naturaleza, y permitidole alimentarse c!e carnes saluc,la·
bles no ha sido para que destruya inutilmente, y solo por
van~
entretenimiento, entes que
testifican la omnipotencia
y sabiduria..del Criador, y que
a
su modo le alaban y glorifi-·
can.
P ero aun son mas culpables las personas que, poniendo
su afecto en anim ales d omesticos, abren su bolsa para sus–
tentarl\JS con viandas esquisitas, y la cierran para los pobres
que carecen ele lo necesario. Sea cual fuese
el
estado ele
esas p'ersonas, y su conducta moral, oiran del recto juez en
5u tremendo juicio, estas terribles palabras:
Tttvé lrnmbre
y
no
me disteis que comer.
No declinó j amas Ftay Martin hacia ninguno de estflS
.dos estremos, y tan lejos estubo de matar á los brutos ino–
centes, que los alimentaba y medicinaba para conservarlos,
Pero no se servia de ninguno !"ara su recreo, ni le ministra–
ba otro sustento que el que le sobraba despues de haber so–
corriclo
á
los pobres ele J esu-Cristo. Y como Dios . se ·dig–
n aba manifestar en tocias ocasiones lo mucho que le cornplacia
la caridad de su Siervo, hizo á los brutos obsecuentes á todos
sus mandatos.
Quiso un pobre á quien h abia acojido Fray Martin en
su celda, poner trampas
á
los ratones, porque le habian roido.
sus medias. N o lo permitió el 'Siervo d e Dios luego que lo
supo, y atribuyendo
á
d escuido del pobre el daño de las me–
dias, le dijo, que si las hubiera guardado bien, no se las hu·
bieran corhido los ratones. Mas como esos animalillos ro–
yesen tambien la ropa de la enfermeria, pusieron al fin tram–
pa,
y
cayó en ella un r atoncito. Vióle Fray Martin, y no per–
mitiendo que lo matasen, le <lió libertad diciendole; vaya h er–
mano, y diga
á
sus compañeros, que no hagan ningun daño,
y
qúe se retir en á la huerta
a
donde yo les llevaré diariamente
el
sustento que necesitan. Asi se verificó con asombro de
los relijiosos que iban
a
la huerta, y veían salir
á
los ratones
luego que F ray Martín entraba
á
ella con la comida que les
llevaba, sin que en adelante se hubiese visto ninguno en la
roperia, ni haber hecho daño en ella.
'
Habiendo parido
a
un ti empo una perrita y una gata•
.las colocó Fray Martin en un sotano del convento, ordenan•
doles que no riñer a9, y que comieran juntas en el plato que
el
le5 llevaría. Obedeciéronle;
y
en uno de los días, cuanQQ