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-5-e-

Mas conociendo Fray M rtin que

ti

habia moti'vad_o et

enojo del Prelado, fué á la cocina, d01_1de asó unas sabrosas ra1ces

del

p~

que, segun me parece serian yucas, y llevandolas

a~

Provincial, le dijo: Per<loneme V. P. y coma esto, _que

le

sera

t an sabroso y grato, como me ha sido su correcc1on.

Con–

t.estúle el Prelado: yo no me enojo con la persona, sino.con la

culpa. Yo no he pecado en eso, le dijo Fray Martin. ¿Como

no, le replicú el superior, habiendo quebrantado mi precepto?

R epusole entonces el Siervo de Dios: verdad es que llevé ese

pobre herido, y le auxilié en mi celda;

per~

lo hice por la ur–

gencia del caso, puesto que cuando la candad obliga, debe

preferirse esta á la obediencia. Quedó suspenso. el Prelad9¡

y no pudiendo contradecir al sólido juicio del Siervo de Dios,

le despidió tranquilo.

Arbitrando siempre Fray Martin nuevos modos de

aliviar á los e¡ifermos, salia

á

los campos vecinos,

y

planta–

ba en ellos yerbas medicinales para los que las neccsitaseI1,

segun he referido anteriormente, y socorria

a

los infelices pa–

cientes que carecian de auxilio en esos lugares. A si es que

viendo en una de esas santas peregrinaciones, un negro en

el

v,alle de Lurigancho, vecino á la ciudad, le p.-eguntó ¿si ba–

bia en ese lugar algun enfermo? y contestandole que estaba

muriendo de flujo sanguíneo una morena, fué el Siervo de

Dios

a

visitarla, y con el remedio que le orde11ó, quedó. sana

en el instante.

A mas de estos casos auténticos que c<m stan de las.

informaciones, se dice tambien en ell as , que por el don de

agilidad que Dios habia concedido al Sier vo de Dios, no solo.

volaba

á

la China, Japón

y

otros r eynos de infieles para ense–

ñar la Doctrina Cristiana

a

los parvulos y socorrer á los me·

n~steros?s,

de lo que trataré despues, sino qne tambien fun–

do hospitales en algunos de esos paises, para los cristianos.

e~fermos

que se hallasen en ellos. Y aunque no se hayan

con.servado

ha~ta

nosotros pruebas incontestables de esa ma–

rav1ll_a; no pudiendo racionalmente dudarse de que el Sier>10

d e Dios con el don, de agilidad, vo!aba

a

los lugares mas re-

1~o~os, co~o

se vera _mas adelante, no debe estrañarse el que

h1c1ese

van~s

fund:ic1ones, ni es creíble que se diese ascenso

en toda la cmdad a un suceso tan estraordinario sin sélid0s·

f~ndamentos.

Lo mas pasmo·se ·es, que

otupad~

Fray Mar•

tm en el socorro y consuelo de los hombres a.tendiese tam•

bien á las necesidades de los brutos,

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