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. ' a1inque este precepto grabado en el corazon de todos, füese

-~·nacido

y

observado por algunos paganos, que

a

mas d e

t~rdar

la ley ,natu ral,

c?nserva~an

la

en

el

futuro

Reden~or;.

.ft

' desfignrauo por losjud1o·s, srn embar go de estar contemdo

-en el E xodo,

y

en otros li bro3 d el antiguo Testamento.

P or

e so nuestro N uestro Señor J esu- C ri sto, que vino

á

perfecci o–

n;u· la ley, les d ijo:

Habcis oido que f

ué d

icho: amareis á tu

p mj lino, y abon·ecereis

tu enemigo.

J11t.is

yo os digo: Amad

tt

vuestros enemigos, /¡aced bien

los q

ue os

aborrecen, y 1·ogad

por los que os p ersiguen y calumnian.

Y como este precepto

p areciese tan estrai'ío como duro

á

sus disci1mlos, les dijo en

'Otra ocasion:

Os doy un 111andamie11ttf1nievo: que os ameis los

unos

los otros, asi como yo os /¡ e amado, p ara que vosotros o:;

ameis tambien entre vosotros mismos.

E n esto

con~cerán

todos

que sois mis discipulos,. si tuviereis caridad entre vosotros.

L lamó J esus nuevo este mandato, no porque lo fuese en la

r ealidad, sino porque asilo creerían los que no lo observaban

mucho tiempo habia; y porque eran muchos y muy poderosos

los motivos"t¡ue obligaban

á

observarle los ,fieles que creyesen

e n é l, y abrazasen su d octrina.

A

la ver dad, nuestra consanguinidad conJesu-Cristo

por la Encarnacion d el Verbo, su Pasion y afrentosa muerte

por r e<ilimir .á todo elj enero humauo, su fervorosa oracion

y'

cruento sacrificio por sus mismos crucifixores, el que los cris–

tianos componemos la iglesia que adoptó por esposa, el que

cada un'o d e los fi eles es miem bro del cuerpo místico, cuya

cabeza es,J esu-Cristo, y el haberse quedad o en la Eucaristía

para, ser cotidiano alimento de los que fuesen santificados

pór la gracia del Báutismo y de la P enitencia; son motivos de

que carecieron los hom bres aa tes d e la

ve~ida

d el Salvad or,

y

que d eben excitat:

á

los cristianos al éumplimiento de la cari–

d ad fraterna en tocia su perfeccion.

J

esu-Cristo no se contentó con mandarlo espresamen–

te. D escribe en una parabola la pompa

y

magestad con que

vendra a j uz gar

i

todos los hombres en el ultimo d e los dias¡

Y-

como si la predcstinacion estuviese vinculada unicamente a

la caridad con los necesitados,

y

la i·eprobacion

á

la durez a

par a con ellos; dice

á

los primeros, que

á

el fué

á

quien dieron

ele comer y beber: y á los segundos, que le negaron esos auxi·

lios, cuando los pid ió en l a per sona d e los pobres.

L os Apóstoles en sus Cartas canonicas procuraron gra·

bar en el carazo1 d e los fieles la d octrina d e su ·Maestro.

So·

br e todos, el Discípulo amado que, no solo penetró los mas s\l.-;