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Mas uo es necesario que se recuerden estas verdades
a
l
', amantes fervorosos
pues como la fé los vi vifica, ella
6
e \ a s presenta
á
to
~o i ~s.ta?~ e.J".n .ellos
e~
la. C:aridad tan '
estensa, que solo la
1mpo sib1. hd~d
lmu:a
s~1
ejerc1c10; y como
jamas se satisface e
l amor que t1ene1.1 a Dios, tampoco. el que
tienen
á
sus prójimos. Desean ardientemente
qu~
D10s
s~a
conocido y amado de todos los hombres, y n0
omit~n
medio
alguno por penoso que sea,
á
fin d e que todos le tnbuten la
honra y gloria que le son debidas. Este infatigable zelo de
Caridad que encendió el Espíritu Santo en el corazon de los
Apóstoles, lo enciende hasta ahora en el d e ¡:nuchos Santos
varones, que vuelan desde un estremo al otro de la tierra, por
que se conviertan los pecadores, y 'los infieles tengan la dicha
de ser lavados con la sangre del Cordero inmaculad o.
Solo
la
Iglesia Católica da
á
luz tan fervorosos hijos, que arrostran
imperterritos todos los peligros; y que d erraman su sangre
y
hacen el sacrificio de su vida, por convertir siquiera una alma
infiel ó pecadora, cuyo precio es el de la sangre ele
J
esus.
A sí el glorioso San Francisco Solano, llamado justa–
mente Apóstol del Perú, tuvo la gloria de convertir con sus
sermones ctecido número de J?ecaclores
y
muchos millares de
Indios barbaros, caminando a pie mas de seiscientas leguas
desde Lima hasta el Tucaman, por entre montañas ncyadas
:y:
escabrosas.
Ne es menor el zelo de las personas fervorosas por so–
ciorrer
á
los pobres en sus miserias, trabajos y enfermed ades.
Nadie ignora, que muchas repar.tieron todos sus bienes
:i
los
P~?i:es,
y que
o~ras
reservaron lo muy preciso para cubrir sus
lej1t1mas necesidades. · Y es tambien cierto que casi todas
<asisti.eron y consolaron
á
cuantos enfermos podían, sin que las
retrajesen de este ejercicio caritativo, ni la asquerosidad ele
los pacientes, ni el peligro de contagio.
. .
No se comprende, como Santo Toribio Arzobi spo de
Lima daba tan crecidas limosnas, que escedian en mucho las
re?tas del Arzobispado. Y cuando tenia
a
la vi sta un pobre
tn1serable, eri; tal su compasion, que lloraba y d ecia:
''.¡.O
des-·
11urio!
tu
me •instes:
¡O
pobre! tu me enriqueces: · O hambriento! tu
t ."'·
,,
N
i
m.e sa .' s¡ac.e.s.
uestra Patroma Santa R osa pasaba. m uchos
dia.s sm alimento? por r epartir
á
los pobres su .com)da: • y no
5~t1sfech~ ~u cand~d.
\:on visitará las enfermas en
el
hospi tal,
:ru
co~
as1st1r
y
med1cmar en sus casas
IÍ
l,,;s d esva:lidns, se lle–
y aba a la suya
m~1cha~
infelices, y colocandolas en un
c>1árto~
~as ~uraba
y
servia, aunque estuviesen cubial'tas de i;lcer a&
nediondas y pestilentes.