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_pobr e que lamentaba su estado-.. Ac;,rcosele,
y
vien?olc
te ' lido en ese a>queroso !Ligar, le dtJO:
Hermano de m1 al–
ma• uc hace ª'luí?
Respondió el
enfor~no
congojado:"
Padre,
mi g ran pobreza, la incunibzlzdaddc mzs males,
y
e!
desampa~·o
e11 'flle me ha!lo, no me ha11 perm1t1do
~tro_ lugar,,dc_re¡10~0.
D1-
jole entonces el Padre anegado en
lagnmas:
Hu o
mz~,
¡;ro–
curc levantarse,
y
venga col! migo <¡ue, aun'lue pobre Rebg1oso,
le proporcionaré su alivio con el socorro de D ios."" Padre _mio,
respon
dió el pobre:
E s imposible 'fUe yo me !ev11mte, por mz su–
majliir
¡ue.zay
agudísimos dolores .
El caritativo padre al oir
esta re
spuestq, levantó con sus brazos a l enfermo, pusole so–
bre sus hombros,
y
sin sentir el peso de la carga, caminando lige–
ramente hasta llegará su celda, colocó en su propia cama
al
af!ijido doliente. Quiso lavarle primero los pies, suponien•
dolos cubiertos de inmundicia; pero al alzarlos con sus manos,
los ··ió mas limpios y blancos que la nieve, y en cada pie una
llaga bermeja y resplandeciente. Abrasado su corazon en las
llamas ele puro y ardiente amor, levantó la cabeza para ver el
rostro del aparente enfermo, y este con la mas tierna y amoro–
sa dulzura, le elij o las siguientes palabras, de las cuales las pri–
meras están can tenidas en el Salmo
31,
"Tu eres mi refugio en
mi grande tribulacion: "ta! es la 'fUe padecen los pobres enfermos
incurables, 'fUe son los 'fUC mas vivamente 1·epresentan en este
mundo mis trabajos.'.'
Di cho esto desapareció, dejando
á
su
siervo esdtico d e amor, )' resuelto
a
poner en práctica el man–
d ato del Señor, sacrifid.nclose con mas ardor
á
beneficio de
los
m~1erables .
Se co11stituyó al principio su li1nosnero, pidiendo de
puerta en puerta algun socorro para los pobres incurables, que
ni eran admitidos en los hospitales por su insanabiliclad, ni
t~nian
como ser auxiliados en su habitacion. Habiendo espe–
r'.mentaclo la in ficac ia ele este medio, proyectó fabricar un hos–
p1c10, d~ncle
tuviesen mansion permanente, y todos los auxilios
Dece~a~·1os
l_os infelices incurables.
L a empresa era muy ar•
d ua
e
m~enf¡cable
al juicio de los hombres; pero Dios que se
la
hab1~
ms¡:mac\o á su fiel siervo, facilitó los medios. El pia–
doso L 1c_enc1a
do D.
Ant nio de A vila, cedió a l
P.
Figueroa
un _solar m :ne
!ir.toalJ;iti~dnnc\e
se le habia aparecido .Jesu–
Cn sto,
y
se di
ó principio
á
la obra, nombrandola desde enton•
ces
R ejit,g-io de los incurables.
E~fermó
por ese tiempo el J eneral D. Domingo Cueto
q~e
pose1a mucha riqueza; y -habi éncltilo desauciaclo los mé–
.d1cos, porque su mal habi\l tetminado en una tisis pulmon¡¡l,