Consideraban por la
fé,
que
J
esu-Cristo es <¡u1en
p,
en
la.
persona de los pobres el socorro en sus necesidades,
alivio de sus males. Yo falto de toda virtud, yagoviado con
· e–
so de culpables miserias, no puedo sentir ni espresar
lo~
vivos
afectos de compasion, anonadamiento
y
gratitud que excitará en
·el corazon de las almas perfectas, la vista interior de J
e~u,Cristt> necesitado,
o
cubierto de asquerosas llagas, imploran•
do humildemente su ausilio
y
asisten.cia.
Este benignísimo Señor se ha dignado algunas veces
·hacer sensible esta verdad de fé, para premiar aun en la vida
·la caridad
d~
sus fidelísimos siervos, y para que sirva de re–
cuerdo y saludable estímulo
á
los que no contemplan
á
J esu–
Cristo en la persona
de
los pobres miserables. Habiendo San
Martin Obispo dado
á
un pobre desnudo la mitad de su capa,
despues de haber consumido sus rentas en lo'!S necesitados, se
le apareció Jesu-Cristocon multitud deangeles,yle dijo estas
consolantes palabras:
"Jlf"artin me ha cubierto con su capa.
En la vida de San Juan de Dios se refiere que, habiendo este
caritativo Santo visto
en
la calle
a•
tm
pobre, que le pareció
agonizante, le llevó cargado al hospital, y lo puso en cama, le
lavó los pies, como lo hacia con todos,
y
al tiempo de besar–
selos notó, que estaban taladrados, como lo cstan los pies ele
los Crucifijos. L e,·antó entonces la cabeza para ver al pobre,
y
entendió que era el mismo Jesu-Cri sto. Hablóle al punto
el Señor, y le dijo:
"Juan, todo lo que haces con mis pobres, lo
1·ecibo yo, como si lo hicieras con migo. Sus llagas son las mias;
y lavas mis pies, siempre que lavas los suyos."
Des.apareció
el Señor,
y
el Santo quedó rodeado de una resplandecien•
te llama.
Áun mas notable es el favor que hizo Dios al P. Maes- ·
tro Fray José :Figueroa, Religioso del Orden de San Agu"ltin
en el convento grande de Lima, segun se refiere en el 3.° tomo
de la Crónica de esta Provincia, escrito por el M. R everendo
P. Maestro Fray Juan Teodoro Vazquez. Despues que el ,·e–
nerable siervo de Dios Fray José Figueroa, se habia
ejercita~
do publioamente en socorrer
a.
los pobres desvalidos, y acre–
ditado de muchos modos su ardiente caridad para con los mi–
serables, sin que lo desviasen de esta práctica piadosa, ningun
jéne1•0 de trabajos, humillaciones
y
desprecios; fué llamado
para confesará una morena moribunda, que vivía distante
· d~
su convento, en el barrio donde está el hospicio de Incttrables.
V-oló e.l siervo de Dios
á
cumplir con su ministerio;
y. concluí~
a lacenfesicm, oyó en un' muladadrím6diato qos alati'dos- d