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,, misma;
ó
por mejor decir, es arrebatada
y
enagenada de{
" misma, para gozar suavísimamente de Dios. No hay co
" tan dulce como esta, sino durase tan poco. El amor
" familiaridad con Dios; la familiaridad osadía; la osadía g s•
" to,
y
el gusto hambre. El alma que esta tocada del amor
" de Dios, ninguna otra cosa puede pensar, ninguna otra de–
" sear, y
á
menudo suspira y dice: asi como el ciervo desea
" las fuentes de las aguas, asi Dios mio, mi alma te desea."
Cuanto llevo dicho, es un bosquejo del amor que tuvo
á
Dios Fray Martin. Prevenido por la gracia desde su tierna
edad, amó
a
Dios luego que tuvo la ventura de conocerle;
y
el amor crecía -en .:1 con la repeticion de 'sus actos. Por amor
conservó ilesa su primitíva inocencia hasta el ultimo instante
de su vida; y por amor domó sus pasiones, renunció el mundo,
y
practicó heróicamente las virtudes. Y ¿cuanto no crecería
ese amor¡ cuando su alma enriquecida con los Dones del
Espiritu•Santo, y unida
á
Dios íntimamente, gustaba sus
inefables dulzuras, y recibia las tiernas caricias de su ama–
do?
¿Con qué fuerza no atraeria el Señor·
á
esa alma di–
vinizada por ardientisima caridad, pues no pudiendo despren–
derse del cuerpo pará volar
á
su amado, se llevaba consigo
esa mole·pesada y material, elevandola algunas varas? ¿Y qué
pasarja entre Dios y Fray Martín, cuando quedaba invisible
á
todos en esos admirables
ex~asis
y
raptos; y cuando despedía
su cuerpo luminosos rayos que disipaban las tinieblas de la.
noche?
Puede creerse que entonces le revelaria el Verbo
Divino sublimes verdades del tiempo
y
de la eternidad;
y
que el E spíritu-Santo le abrasaría en la mas encendida ca–
l·idad. A lo menos no debe dudarse de _<iue Fray Martín fué
dotado del mas alto grado de contemplacion; pues los raptos
con elevacion del cuerpo son claros signos de la mas ardiente
caridad,
y
de la mas intima union con Dios
á
que se puede
llegar en esta vida, segun enseñan los Teologos con Santo
Tomás. Este Doctor Anjelico los compara al que tuvo San
f abla, y dice, que en ellos se halla el alma como en un estado
medio entre la vida presente y la futura. Tan grande fué
la
caridad de Fray Martín para con Dios, y de ella dimanó la que
tuvo para sus projimos.
Su Amor al projimo.
Aunque todos los hombres debieron siempre reputarEe
Y
amarse como projin1os, por descender de un Padr¡: comun;
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