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Ama,.
á
Dios.
Sabemos que el precepto de la caridad eon respcc
a
Dios ºque obliga á los Cristianos, como obligaba
á
los
J
ucl ios,
está concebido en estos tfrminos.
" Amarcís
á
t ll
D ios
y
Se–
"
ñor con todo
tll
carazan, can toda tn alma, can toda tu mcn–
"
te,
y
can todas tus fuerzas."
Por cuyo mandato debemos
referir á Dios, :í lo menos habitualmcute, todos nuestros pen–
samientos, todas n uestras palabras, y tocias nuestras obras.
Así es que solo cumple con este precepto, segun San Bernar–
do, quien no -lo quebranta ni por el atract ivo d e los
halagos~
ni por la secluccion del cngaiío, ni por la impresion de las in–
j urias_ P or lo tanto, insulta á Dios quien dice que le ama,
cuando su conciencia·le acusa de que esta voluntariamente en
s u desgracia por cualquiera grave violacion ele la ley.
Y
aun–
que no se haya perdido enteramente la caridad, son inuti les
r
nada provechosos sus actos, si se hacen solo verbalmente, por
el hábito adquirido desde la niñez, sin que el alma atenta
a
lo
que profieren los labios, se refiera
a
D ios, sacrifi candolc sus
potencias
y
sentidos.
D e la frecuencia con que se hagan estos actos,
y
de sú
rectitud
y
fervor depende su perfeccion.
P or eso solo se con–
suma esta virtud en el Cielo, donde comtemplando
el
alma
á
su Dios
con.unacto continuo, se une inseparablemente á él por
el conoc
imientoy
el amor. Mas, como en la presente vida se
halla el alma unida al cuerpo, recibiendo
a
cada instante las
impresion<"s ele los sentidos,
y
clistraida muchas veces por la
atencion que exige el cumplimiento del cargo que la obliga; es
imposible (dice Santo T omas), que no se interrnmpa
á
rat os
la atencion ele su mente á Dios,
y
el ejercicio de su amor. P o;·
lo cual, entre los que aman
á
Di0s, le aman imperfectamente
aquellos, que habiéndole consagrado su corazon,
y
perseve–
rando habi tualmente en su amor, solo ciüdan de no hacer cosa
alguna que sea contraria
á
su D ivina Yoluntad. Mas los que
poseen )' practi.can la caridad, segun la perfeccion compatible
con las miserias
y
necesidades de esta vida, se desprenden es–
crupulosamente de todaocupacion que no les obliga segun el
órden de la Providencia en el ministerio que ej ercen;
y
medi–
-tan<lo todo el tiempo que pueden la L ey del Señor, disipan
las especies inútiles que recibieron por lqs sentidos, para re–
novar con pureza
y
fervor los actos de su·car.idacl.
Y
conociend6
a
Jª
luz de la fé, que no pueden agradar:
a
D ios enteramente,
~1n
la desnudez
y
purificacion de todoli_
los afectos terrenos;