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-18-

;:ietmiso

a

sus prelados para irá la

~iacienda

d e Li1'natambo

'\ ·opia del convento,

y_

distante

r~1ed_1a

legua de esta cmda?:·

~

llí doctrinaba á los i.g norantes md1os

y

negros; reprend1a

c ',.. dulzura sus defec tos; les inspiraba paciencia en sus

tra·

baj\is, y amor á la Cruz en satisfaceion de sus pecados y los de

sus prójimos. Y para que fuese

m~s

eficaz y

fructt~º'!ª

su ,en–

señanza, oraba con ellos, y los excitaba con su

e3e~plo

a

_l:i.

fiel observancia de la

y de los preceptos en que los rnstnua.

Abrasaba su corazon el mismo zelo por la

co~wersiou

d e los pecadores, y por la perseverancia de los justos, á cuyo

fin no solo dirijia sus votos en su continua y feyvorosaoracion.

sino tambien sus sacrificios y cruentas mortificaciones. Es–

cribió y distribuyó

a

varios Religiosos y Seglares que solían

escucharle con admiracion, sólidos documentos y piadosos

ej ercicios, para impetrar

d~l

Señor la perseverancia en la

y

la piedad, y el perdon de los pecados,

a

fin de que leyéndo–

los

y

meditándolos, conservasen en su mente y corazon las

· verdades que

le

habían oído cuando los exhortaba ele palabra:

por lo cual se decia comunmente, que Dios lo habia revestido

del Espíritu que animaba á San Pablo. No debe estrañarsc

este concepto, pues sabemos que algunos Santos iliterátos ele

uno y otro secso, como los Pascuales Bailones y las Teresas,

humillaron á muchos sábios con su divina elocuencia, y que

dejaron en sus escritos honrosos monumentos que acreditan

la infusion ele los d ones eon

qu~

los ilustraba el E spíritu Di–

vino. Mas eran Lima y sus suburbios muy reducido campo

para

fo.

inmensidad de su zelo, que solo quedaría satisfecho

eón la conversion d el Universo.

Sienclolc esto imposible,

qui so verificarlo ele algun modo, embarcándose con el Sr. D. D .

Felic iano de la V ega, Arzobispo d e Méjico, residente enton–

ces en Lima, á quien había curado milagrosamente, como

d espues se dirá, y pasar

a

la China para predicar el Evangelio

en esas vastísimas regiones.

Pero Dios sati sfizo los deseos

que el mismo le inspiraba, de un modo sobrenatural y mila–

g1:oso.

T al

vez previ

endo

.el

Seil.or

, que padecería algun de–

u:1mento su

hum1ld.ad

, r ealiza

ndo el

proyecto de esponer su

v1cl~

po.r la

convers1on

?e

los infieles, concilió la grandeza <lel

sacrificio con la obscuridad del m é rito: y mandando

a

sus .An–

geles que arrebatasen á Fray Martín cuantas veces era ele su

divino agrado, era conducido por ellos velozmente

a

los luga–

r es que

D~os

le d estinaba,

p~ra

bien espiritual de sus escogi–

<;!os.

.s e ignoran las conqmstas que hizo Fray Martiu para

la Rehg1on, por este m edio estraorclil"!ario; pero D ios se sir-