no tuviese capilla;
y{,
D . Juan principalmente le ocasionó m
cha molestia, no tanto el estado ele Heligioso que habia ab
-
• zado su hijo, sino el que fuese Donado. Manifestó su
gusto á los Prelados diciéndoles, que sino hacia sacer
clérig6
á
Martín, porque carecia de la instruccion necef. ria,
no podia permitir que siendo Religioso, no fuese siquiera
L ego.
.Convinieron los Padres en que se le diese la Capilla,
puesto que el color pardo era impedimento solamente políti•
co, sin ninguna
l~
que lo autorizase,
y
podia por lo tanto alte•
; arse la costumbre-.
P ero ni el .Padre ni los Prelados pudie·
ron persuadir n i Siervo de D ios el que aceptase la Capilla que
se le ofrecia, creyéndose indigno aun del H ábito que >estia;
y
como su resistencia fuese ac;ompañada de los mas humildes
ruegos, aplacó la indignacion de su Padre, y logró que los
Prelados admirando
Sll
humildad, condescendiesen con sus
súplicas.
Hizo ver el hermano Martin con esta Santa repulsa,
que habia entrado á la Religion enteramente desprendido del
vano l;tonor y aprecio de los hombres;
y
que reputándose el
mapv il de los inortales, se
honraba
con
~ervir
á
sus
hern1anos.
Parece que no solo hizo renuncia Martin en esta ocasion, de
la honra aparente y vana, sino que tambien sacrificó el deseo
d e ser Religioso profoso, y de consagrarse
:i
Dios con la so•
lemnidad de los votos; pues no se concedia profesion á los
D onados .en los conventos Dominicanos del P erú. T al vez
no sufrió en toda su vida prueba mayor su humildad; y puede
d ecirse con la debida restriccion, que así como María Santí–
sima preferia conservarse Vírgen· á la Maternidad Divina,
siempre que para serlo padeciese detrimento su Virj inidad; así
Martin renunció la profesion relijiosa con mengua de su hu.
mildad. ·P or nueve años continuó este sacñficio, siendo sim–
ple Donado sin votos que le ligasen;
y
pasados estos, se le
dió la profesion el año
1608
á los 24 de su edad .
Se estraña que el P ad1·e M elendez no espresase esta
circunstancia, y dijese solamente, que cumplido el año de
noviciado se le <lió
la
profesion, cuando lo que refiero cons.
ta del proceso y del informe que hizo al Papa el procurador
de la causa. No es tan sensible esta omi sion, cuanto lo es el
silencio de dicho P adre M elendez, y de todos los historiado·
res de este Siervo ele Dios, sobre las operaciones comunes y
estraordinarias de la gracia en ese espíritu gigante. D ebe
concebirse, que ocupado Fray Martín en la asistencia de los
enfermos, en barrer los claustros, y en los mas bajos servicios