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mo Juez que sondea

y

penetra los mas ocultos pliegues d e

coraz<tn humano: su Yiva contricion

y

firme propósito

. t iempo de absolverle uno de los Delegados d e J esus , a

quienes confió el poder d e justificar á los pecadores con

a

aplicacion de sus infinitos méritos,

y

d e lavar mas

y

mas

01a

su purisima sangre á los que conservan la estola de la jus·' cia:

y

su humilde reconocimiento, cuando se unía sustancialmente

con Gl·isto en el sagrado banquete.

¡Oh! que estraordinario

gozo no inundaría su co1:azon, contemplando que su cuerpo

inmundo lodo, se convertía en abreviado cielo, donde moraba

la Di'\'inidad,

y

era adorada por los espíritus angélicos! .

1

'

Con esta afectuosa devocion, practicó en el siglo este

~rvo~

de Dios sus ejercicios espirituales hasta los quince

años, de cuya edad entró en la Religion. Los motivos que

aceleraron su ingreso,

y

la que pasó en su noviciado hasta que

prefesó, serán la materia del siguiente capítulo.

CAPITULO II.

Causa"1 que motivaron que Mai·tin se hiciese prontamente

R eligioso,

y

su solemne p1·cfesion.

Se ha dicho anteriormente que, segun el concepto de la

Sra. Da. Ventura, huyó Martín del siglo en tan tierna edad,

y

entró en la R eligion, por haberse hecho públicas sus prácticas

piadosas. Mas parece que á mas de esto concut·rieron otras

causas, de las que Dios había determinado servirse, para que

r ealizase en la mas oportuna edad, la vocacion á que lo h abía

destinado.

E s probable que despues de haber gustado desde

la niñez hasta la pubertad, las dulzuras de la gracia, se hallase

privado de repente de sus sensibles

y

amorosas impresiones.

Y

convi conste d e las informaciones, que los D emonios le perse·

guian,

y

que siempre triunfaba de sus asaltos

y

asechanzas,

puede creerse que, hallándose el Siervo de Dios en ese tiempo,

arido

y

desolado interiormente, sufriri a la mas terrible

y

pe–

.ligrosa prueba en que suelen verse las personas virtuosas,

d~spues

de haber sido iluminadas

y

fortalecid as por la gracia.

Sabe el Demonio por su larga esperiencia, que el tiempo de

·aridez espiritual, es el mas adecuado para recobrar el c;lominio

sobte las almas de que la gracia lo h abía despojado;

y

por lo

tanto se \•ale entonces de t odos los medios que le suguiere stt

malicia, para conseguir su depravado designio. Parece que

.cuando

el

alma se halla desolada

y

con sensible desampara,

~