p . a hacerse como
ro
~es.ean~
un solo
e.sp~ritu
con. Díos
por- _
J
u-Cristo; procuran mutarle en el o
cho al_as
v~mdades
del •
mu .do, en el amor
a
la probreza, las hum1llac1ones, y todo
género de padecimientos.
,
.'
.
,
Dios por lo comun premia aun en la vida presente a
estas almas fieles, haciendG que esperimenten la suavidad de
su yugo, y que gusten _las .dul:zuras d e su amor. La caridad,
que hasta entonces habia· sido
msens1b~c
Y. seca, es en
aclel~nte
sensible
y
afectuosa. El alma gusta a Dios; y .es te espiritual
sabor la cinbriag:t y cnagena: se
v~
á
si
m~si'?a;
y no haBa_nclG
en si bien alguno que no sea ele D10s, este mtune> conoc11n1en–
to enciende mas
y
mas su amor, refiriéndolo al S1:1.premo Bien
digno solamente·de ser amado. A las veces es arrebatada
á
comtemplar los arcanos de la Divinidad; y vuelta en sí, arde
su corazon en el mas encendido amor: la abrasa el zelo ele la
gloria ele Dios, y de su Santa Casa: desprecia
y
abomina los
bienes de la tierra: desempeña con la mas activa:
y
púntual
exactitud los de·beres de su profesion y de su estado: la¡; lla–
mas de su ard,ientísimo amor prenden muchas veces en cora–
zones helados
o
tibios; y ahuyentando de ellos al Príncipe de
tinieblas, los prepara
á
ser deliciosa mansion ele la luz inac–
cesible.
Purificada de este modo el alma, y asemejada (cuant@
es posible) á su amado, bañada su mente de
luce~
celestiales,
y
abrasado su corazon en caridad, se une al Divino Verbo con
todo el afecto de su corazon: vive por
el
Verbo, y es regida
por él en todas
~us
acciones. San Agustín, como tan esperi–
mentado en los efectos del amor Divino, los espresa de este
modo en el cap. 20 ele 'su Manual: "El alma que ama
a
Dios,
" ninguna otra cosa puede pensar ni hablar: todo lo que no es
., Dios, desprecia y le fastidia: to<lo lo que medita
y
habla, le
., sabe
y
le huele al amor, por que
la
posee el amor de Dios .....
" El alma que ama, renuncia todos sus afectos, y toda se anie–
" ga en el amor, para corresponder con amor al amor ele
" su Dios .... No tema el alma que ama; tiemble la que no
" , ama. El alma que ama, se dej a llevar ele sus.buenos de-·
" seos, disimula sus merecimientos, cierra los ojos á Ja Ma–
,, gestad, abrelos al deleite espiritual, pone su corazon en su·
" Salvador, y trata confiadamente con
él.
Por el amor se
:: e?gena el alma; _sal_e algm_ias
~'ece.s
ele si,
.Y
de los sentidos
.de su cuenpo, y smt1endo a Dios, no se siente
i
si misma.
'', Esto sucede cuando el alma presa ele aquella inefable dul–
" ·c,dumbre de Dios, se hurta en
cier~a !U'~n~ra,
y roba
á.
si