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res con fray Juan l\Iasias, necesitando fray Martiu envinr una
carta
á
su amigo fray Juan Masias, se la remitió con un nii!o de
doce nños de eJad, poco mas ó menos, que fre\)uentnba el cou–
"Yento del Rosario y la enfermeria, como otros varios niños, por–
que fray JUartin les daba diariamente pan, pasns y otras golosi–
nas. Recibió el niño la carta cerrada, pero sin oblea, y abriéndola
en la calle, lu volvió
á
cerrar despues de haberla leido. Luego
que llegó
á
la Recoleta Domínica, vió
ú
fray Juan en
In
porterin,
quien, antes de recibir la carta, dijo al conductor: · l\Iuchacho,
"¡.por qué has abierto
y
leido la curta que te dió para mi el her–
• malio fray Martiu de Porres? No lo hagas otra vez, porque es
•pecado.• Al oir esta reprensiou, se atemorizó tanto el niño, '
que empezó
ti'
retirarse de fray Juan; mas este lo contuvo aca–
riciándole y dándole frutas. Entrególe luego otra carta para
fray JUartiu, encargándole que no la leyese, porque pecaría.
!\las, recelando el niño que fray Juan avisase en su carta á fray
Martin, que babia sido violada su confianza, abrió en el camino
In carta de fray Juan, y satisfecho por su lectura, de que no se
le acusaba, cerró la carta, y la entregó á fray !Uartin en su con–
"Yento del Rosario . Al recibirla el siervo de Dios, le dijo : •¿No
•te bastaba haber abierto y leido mi carta, sino que has hecho
•lo mismo con la de fray Juan Masías, sin embargo de lwberte
•él encargado que no la ubrieses porque pecarias? no seas cu–
• rioso é incorregible.• Avergonzóse tanto el niño, que se reti–
ró precipitadamente, y por largo tiempo no visitó ni siervo de
Dios. Despues que este murió publicubu el suceso, pnrn com–
probar la snntidud de fray Martín, y pasados muchos años, de–
claró él mismo este caso que consta del sumnrio.
n
Cuando el señor don frny Cipriano era corista, fué con otros de
su edad, una tarde despues de vísperas
A
la celda de fray l\lar-
(*)
El
~adre
Melendez en el tercer tomo de su obra titulada. •Tesoros
verdaderos de las Indias, .. hablando del don de profcc[a, concedido Afray
Marlin, dice que la carla fué dirigida A fray Juan Gomez, religioso lego
del convento grande de San Francisco, cuya Pjemplarísima vida se lea ca
Jn Crónica de dicha órden franciscana en ol Perú. Sin duda se equivocó
el corresponsal del padre Melendez; cuando este imprimia su obra en Ro–
ma;
y
como esta se puLlicó en el año 1682,
y
Ja declaracion judicial del
mismo conductor de la carla,
fué
hecha en 1686, cuando lendria mas de
sesenta a1ios de edad,
y
habiendo corrido cuarenta y siete despucs de
muerto fray Marlin; es cvidenl3 que el yerro del padre Melendcz
fu~
oca–
siouado del que le comunicó c>le suceso. Y para que no pued
a dudarse de
111
persona
á
quien escriLi6 la carla, dcLo decir teniendo
á
la
vi.tadicha
declaracion, que cuatro veces nomLra en ella el declarante
a frayJuan
Mnsias, religioso de la Recoleta Dominicana, añadiendo que Jos rl os
c~n
vcnlos el-del Rosario y el de la Het olcta, están en una mJSina d1rccc1on
del septcntrion al metlio dia.
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