111
Santo inclusive, hasta el dia de Pascua por la tarde, no tomaba
ningun alimento. Así es que,
á
mas de•ay unar
á
pan
y
aguH las
cuaresmas, ad viento, t E!mporas., vigil ias y los siete meses en los
que ordena su constitucion la abstinencia ordinaria, prolonga–
ba su ayuno casi todo el aüo. Pasman igua lmente los d.iversos
modos co n que mortjficabn el sentido del tacto. Su túnica in–
terior era de tosco sayal,
y
el hábito de cordellate. Ceüia su
ciutura con una cadena de hi erro,
y
los muslos hasta las rodi–
llas, con ásperos cilicios
ó
de hierro
ó
de alambres, ó de cer–
das, ó de $Oglls con rosetas de acero, prefiriendo l·os que mas le
atorme ntaban, en las grandes festividad es. Tenia en nn luga r
ocu lto de su pobre celda, una cama de t1rblas en forma de atand ,
con una jerga raida para cubrir el cuerpo; pero mu!' rara vez
,;e acostaba en ella, excepto cuan tlo hallúndose gravemente en–
fermo, era obligado,por obediencia. Por lo comu u dormia un bre–
ve rato en el capítulo, echándose en el ataud que c0usel'\'a)Ja en
diclm sala, ¡iara colocar en él
á
los difuntos antes de sepultar–
los;
y
otras veces se recostaba sobre un cscaüo del misr;no lugar,
ü
en algun banco de la enfermería, cuando no debia scparor.;e
de 1:lgun gra \'e doliente.
.
Pe1·0
su fervorosa oracion y amo1·
ú
.~esncristc,
no se sacia–
b:m con estas austeridades;
y
asi llevó su mortificacion hasta
1rn
exceso, qne solo pueden justiíicnr su extraordinario espíri–
tu
y
la milagrosa proteccion del cielo.
Tres veces cada noche su fría el tormento de !ns mas rigoro–
sas disciplinas,
á
imitaeion de su Santo Patri arca Domingo, y
variaba de sitios, procurando ocultarse lo posible . ..\si es que
unas veces se c!iscípl itiaba en el coro despues que, concluidos Jos
maitines, se retirab:111
á
sus ce1das los religiosos; otras en al·
g·una bóveda de la lglesia, ó en el capítulo,
6
en su celda, en
los claustros,
ó
en un sóta no que lrn bia en el con r ento. Antes
de la primera d isciplina, oraba largo tiempo,
y
despues se azo–
taba co n cadenas de fi erro, cuyos ramales term inaban en gar–
fios acerados. Concluido este ejerci cio, r enovaba la oracíou, y
acabada
e~ta,
se disci plinaba seguuda vez con lá tigo de cuer0.
Volvia
ú
orar,
y
luego se recostaba en el ataud· ó en un esca–
lio, como ll evamos dicho, hasta cerca de las cuatro de la-maiía–
ua . Corria entonces
n
la torre,
y
tocaba el alba, para que los
fieles sa ludasen
á
la Vírgeu; or<Íba otra vez y, pasado un rato,
se hacia disciplinar cruelmente con varas de membrillo en mus–
los, piernas y pies por unos negros del convento,
ú
quienes be–
neficiaba
y
socorria con este objeto, prometiéndoles mayor
recompensa, si le azotaban con todas-sus fuerzas .
·
Con cada una de estas disciplinas, derramaba mucha sangre,