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CAPITULO
IX.
GRACIAS GRATUITAS DADAS
A,
FRAY MARTIN.
Aunque toda gracia es un don gratuito que Dios concede á
las criaturas racionales por su infinita bondad
y
misericordia,
sin embargo, se han designado especialmente con el nombre
de gratuitas, aquellas gracias que Dios suele conceder para
bien de la Iglesia en comun, ó de algunos en particular,
y
que,
no justificando al que las recibe, deben distinguirse de las que
lo hacen agradable á Dios,
y
lo unen
á
él por la infusion de
la caridad. Asi se han observado aquellas aun en grandes pe·
cadores, como el don de profecía en Ilalaan, Caifás
y
la mu·
ger de Pilntos;
y
por eso dice Nuestro Señor Jesucristo, segun
refiere S. l\lateo, en el capítulo 7 de su evangelio, verso 22
y
23,
que eu el dia del juicio le dirán muchos:
Se1ior, Señor,
¿no 71rofetizamos en tii nombre, y en
lt•
nombre lanzamos demonios,
y en tu nombre hicimos milagros?
Y
que entonces les responderá:
Nunca os conocí: apartaos·de mí los que obraís la iniqiiidad.
San
Pablo, aludiendo á lo mismo, dice en el capítulo 13 de su pri–
mera epístola á los Corintios:
Si ttwiere profecía, y supiere
to–
dos los misterios, y cuamto se puede saber; y si tuviere toda la fé de
modo que traspasára los montes, y no tuviere caridad, nada
S(flj.
Y
si distrib1•yere todos mú bienes en dwr de comer
á
pobres, y si entre•
gare mi cuerpo pwra ser quemado, y no tuviere caridad, nada me
aprovecha.
San Jerónimo, en el tom. 7, col. 41, enseña lo mis–
mo por estas palabras:
Profetizar, hacer milagros y arrojar los
demonios, no debe atribuirse
á
los méritos de quien obra semejantes
prodigios; sino al nombre de Jeszicristo que invoca el que los hace;
¡Jara qiw en el caso de que los hombres desp1·ecien al que obra mila–
gros, honren
{¿
Dios por c1iya invocacion se efecutan.
. Sin embargo, cuando el que recibe dichas gracias gratuitas,
al mismo tiempo practica heróicamente las virtudes teologales
y
cardinales, debe suponerse que Dios no se las concedió so· •
lamente para utilidad de sus prójimos, sino tambien para que
.
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