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que ya reposan en la patria despues de su ''ictoria, socorren
con sus preces
á
los que combaten, para obtener el mismo triun–
fo: ·estos les retribuyen ofreciendo
a
Dios el sacrilicio de gra–
cias y alabanzas, porque los asoció á su reino, y, tambien, pro–
curan pagar las deudas que no satisfacieron cumplidamente en
esta vida los miembros que padecen en la otra; los que,
a
su vez,
recompensan
á
sus bienhechor'es, desde que poseen la gloria
prometida.
Al contemplar estas verdades los que en casi nada nos pare–
cemos al bienaventurado Porres, ni
á
los demas modelos de pe–
nitencia, procuremos suplir con la humildad nuestra inmor–
tificacion; y confesando que Dios es admirable en sus santos,
roguemos
a
nuestro paisano pida al SefiOr nos santifique por
los medios mas conducentes
á
su gloria.
Por lo que respecta
á
la continuacion de esta historia, ha–
biendo referido las principales virtudes que practicó heróica–
mente el bienaventurado
fray
l\Iartiu, el buen órden pide que
exponga las mercedes especiales con que Dios le favoreció .
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