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Iglesia ol tiempo que se oian los golpes de la disciplina, y en–
trando en la bóveda, mandó con precepto de obediencia al pe–
nitente, que suspendiese la disciplina, y saliese fuera . Obede–
cióle,. mas Dios le hizo invisible al tiempo que salió de la bó–
"\'Cda.
Observ.áronle tnmbien varias veces, azotándose en el capítu·
lo,
y
pidiendo
á
Dios misericordia con afectos de la misma
"\'iva· compuncion; y en muchas ocasiones se oian los crueles
golpes de disciplina que se daba en su celda. Habiéndolos oido ·
en una ocasion cierto amigo suyo, le aconsejó que mitigase sus
mortificaciones porque se quitaria la vida. Contestóle en es–
tos términos fray lllartin: «Amigo, mucho mas merezco por mis
"pecados, y necesito hacer penitencia para salvarme.•
Cnando estaba por obediencia en Limatambo, despues de
trabajar como no peon, se retiraba al olivar,
y
se disciplinaba
con tanto fervor, que vertian sus heridas arroyos de sangre.
Descubrieron al fin los negros el motivo por que veian ensan–
grentado el olivar; y por lo tanto, siempre que iba el siervo de
Dios
á
la hacienda, decian, ya viene fray !Uartin
á
regar con su
sangre los olivos.
A mas de estas mortificaciones diarias, practicaba otras ex–
tr.aordiuarias. Se ha dicho que en los cerros de los Amancaes,
distantes media legua de la ciudad, solia plantar yerbas medi–
cinales, y árboles fructíferos: fué una-.tarde
á
dicho lugar con
un mozo
á
quien habia criado, y notando este que ya oscure–
cia, dijo
á
fray Martin, vámonos que ya anochece. Al punto
empezó el siervo de Dios á disciplinarse en la espalda, piernas
y
pies con asombro del jóven, y quedó mas admirado, luego
qne se vió en el puente del rio vecino al convento de Santo
Domingo, sin saber como habian caminado tanto en un mo–
mento.
Tenia íntima amistad espiritual con el bienaventurado fray
Juan Masías, religioso lego de la Recoleta Dominicana,
y
con
otro religioso de .los Descalzos, que es Recolecciou de San :Fran–
cisco,
á
quienes visitaba las Pascuas y dias de recreacion. En
la Recoleta, luego que saludaba á fray Juan, se encerraban los
·dos en la huerta, donde despues de orar, se disciplinaban lar•
go tiempo, excitándose mútuamente con las palabras y el ejem–
plo. En cuanto concluían, se echaba sobre la tierra fray Mar–
tín con las espaldas desnudas, para que los mosquitos le pica–
sen !ns heridas, y antes de separarse de su amigo, se lavaba
aon vinagre y sal, como lo tenia de costumbre siempre que se
disciplinaba. En los Descalzos se retiraban tambieu los dos
hermanos
á
111 huerta, y poniendo un Crucifijo en un árbol,
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