DE PHOCION,
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de amor , union ,
y
benevolencia, que tie–
nen ·entre sí los Ciudadanos de un mismo
barrio? ¡Qué tarda es la razon para aprove–
charse de las luces de la exp.;riencia ,
y
para
sacudir el yugo de la inclinacion de las preo·
cupaciones,
y
de ;as pasiones! Excusamos
á
nuestras primeras Repúblicas no haber co–
~do
en mucho tiempo otro derecho que
erae la violencia. Sin detenerme, Aristias,
en contaros las costumbres de los Griegos
feroces, deseosos del pillage,
y
cuyos Gapi- ·
tanes estaban tenidos en sus Pueblos como
Dioses, quando venían cargados del botin,
y
seguidos de los esclavos, que habían he-
cho
De esto se sigui6 el derecho de gentes mas feroz,
y
cruel
en los antiguos
m:is
c6lebres por su sabiduría, generosidad, y
la PoUtica de sus costumbres. Se creia , que una dP.claracion de
guerra, era una sentencia de muerce d.:cretada contra una Na–
cion. C1minando sobre este principio tan odioso, no conocian
límite los derechos de la guerra;
y
aun los mismos prisioneros,
que queJaban rendidos
5.
sus enemigos, no alcanzaban el per–
don, sino haciéndose esclavos. Estuvieron mucho tiempo los
Griegos sumergidos en esta barbaridad, pues no se ignora,que
fué
esta la suerte de los Hilotes,
y
Mesanienses vencidos: lle–
gat'on, segun observa Phocion,
á
mirar
á
toda la Grecia co–
mo
á
su patria comun; pero
si
observaban entre ellos algunas
reglas de humanidad, era preciso mucho para que las practi–
casen con los extrangeros,
:í.
quienes trataban de b.irbaros,
y
los
despreciaban, juzgando no deberles la menor atencion ,
y
creyendo, que haciéndoles menos fuert<:s,
y
menos ilustrados
la
naturaleza, les destinaba
para
ser esclavos.
Con una misma palabra explicaban los Romanos al enemi–
go, que al vecino. Empezaron
á
ser salteadores, robaron
las
buueg;::Sc~sru~~;:;~"y~
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an'iµ~:t~~~np~~~ch~q~~~e;~a~i~~g~~::
con los C:<tungeros despues del descierro de los Tarquinas,
hasta el
1icmpo
en que cayeron baxo una suerte desgraci:
:t.da,
abusando de las vencaj1s de una vic1oria. Derribaron los
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