DE PHOC!Ol\I.
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á
las murallas de Athenas.
i
H ay alguna cosa
m as ·opuesta
á
la
felicidad .d e Ja Sociedad,
cuyo principio buscamos, <¡ue los zelos, los
odios,
y
competencias,
qu~ividen
las Na–
ciones? ¡Ha hecho la naturaleza Jos hom·
bres para que se despedacen ,
y
devoren? Si
les 1nanda amarse ,
¿
có1no
seria sabia la Po–
litice, queriendo que el amor
á
Ja
patria lle–
vase los Ciudadanos
á
buscar la dicha d e su
República en la infelicidad d e sus vecinos?
Supongamos que se d esaparecen de mi idea
las fronteras , y límites , que separan la Ati·
c;a de la Grecia·,
y
la Grecia d e las Provin·
cias de los Bárbaros , y ya me parece,
qt~~
añadir, espero que se me permitirá buscar en
es1a
observa–
cion las caus:is , que han impedido
á
las Sociedadeo; conocer
sus reciprocas
obligacione~ ,
siéndoles absolutamente necesario
este conocimiento,
y
sin el qual es el amor á la pa1ria una c6
4
lera injusta, y ciega , que produce la mayor parte de las infcl-i–
cidades con que es afligida la humanidad.
Si los hombre<; han estado mucho tiempo en comun sentir,
conociendo la necesidad de unirse en Socied:ides : si ha sido
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1~ ~'JW~j~~~~~!eh~~a~i~ i;;~le:crf:~~iaernsse:ª¡~~e~~~~
dencia, y someterse
á
las leye!I , y I\'hgistrados, era na1ural
que
las
Sociedades estuviesen mas remisas para contraher
alianus entre si. Los Ciudadanos feroces ,
y
acostumbrados
en su cs1ado natural
i
obedecer
i
sus primeros movimientos,
no deben formar en mucho tiempo mas que Sociedades salva–
ges.
L3s primeras Sociedades de Bárbaros conservaron contra
sus vecinos la ferocidad , de que apenas se habian despojado
unos Ciudadanos para con los otros ;
y
no pui.liéndose inspirae
mutuamente alguna con6an7.a,se miraron como enemigos.
Un
odíSih~y ;qr:::"nº~s~~e~i~~~~ ':leª
1
~1/,~f~~ ,p~~~~~~os
conti-
nuamcm~
de nuestro valor , y nuestras fuerzas: si
á
pesar de
las ideas, que tenemos de
la
Justicia , y del Derecho de las
gentes, queremos ser mas conquisradores que justos: si las
H
VIC-