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73. -

mo. Si, como qu ería n los realistas, lo único ver–

daderamente existente, con carácter substancial

e n Dios, son los géneros; negándose la reali–

dad de las especies, de todo lo que es indivi–

dual

y

concreto; se degeneraba e n un id ea li smo,

igualmente pernicioso, en el qu e desaparece la

libe rtad y la res ponsabilidad del hombre.

Esta ruidosísima

y

tra scede ntal controversia,

e n la qu e toman parte reyes

y

pontífices, estu–

diantes y sacerdotes, atraviesa, con ·incierto éxi–

to, toda la filosofía escolás tica, en su

tres pe–

ríodos; predominando unas veces la escuela

nominali sta,

y otras

la realista, en relación

co n el caprichoso favor qu P.

les dispensaba la

a utoridad oficial de la f1rlesia. El célebre Abe–

larclo cree e ncontrar la solució n en el término

medio, rep resentado por su

Conceptualismo,

en

e l qu e se a firma la existencia de los individuos

omo realidad

y

de los géneros como concep–

tos; teo ría tan falsa como las anteriores, pue -

to que la

xis te ncia de una idea :;upone su re–

p resentación real, sin la que es imposible con–

cebirla.

Co ntribuía, e n aqu 1los tiempos,

á

dar mayor

calo r

y

dese1\volvimi ento á toda di puta, el an·

ta,..;onismo que . epa raba á dos !Ju tres órdenes

reli<Yio as: Ja Domínica

y

la Franci cana; las

que sed clararon divorciada , fuera de otr<ts

ontrover ias en el doo·ma de Ja creación, en

1

~

1

que sostuviero n una lucha metódic

y.

tan

Yiolenta. qut=>: llegó ha ta comprometer la u111dad

de la Igl e ia.

na

y

otra hacían u o de la filosofia ans–

tot ' Jica Ja que descubierta completamente por

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