ne inmediétta, nece sariamente, que recurrirá la
·revelación süpra-se nsible, a l dogma
y
á
la fe;
contraponié ndose así a l principio de nuestra in–
teligencia qu e exige la exp licación
y
comproba–
ción de tocio hecho
y
de tod a
ley. Aquí se ha–
llan los límites div iso rios: s i se explica humana
me nte es cie ncia, s i se tiene que recu rrir
á
la
fe es reli g i{1 n. Y como es absurdo un conoci–
mi e nt o de la Di vinidad alcanzado por e l sólo
raciocini o c..lc un a
inte ligencia relativa
y
finita,
ti e ne qu e ll egarse
:'l.
un térmi no en el que ine–
ludibleme nt e la r<izó n y la fe deben divorciarse,
dominanclo un a de las dos. A e. to contest< n
los más aseq uibl e:- s qu e la ciencia se extiende
a l 111undo natura l
y
re lat ivo,
y
la fe al sobrena–
tura l y abso lut o; qu e a mba s se a uxi lian mutua–
me nt e. co ntinu a ndo la revelaci · n el trabajo de
la inte lige ncia humana. Aun ace¡ tando
. sta
d e marcación, qu e no
~xiste-pues
la fe no e
limita
á
expJ:ca rn os lo
fenóm nos sobrenatu–
ra les, sino qu e ej rce tambi ·n
. u dominio en
e l mun c..lo
co ndi cionado-la antinomia perma–
nece in sa lvab le. D esde que la fe remonta el
L:e lo,
y
desatá nd se de las leye humanas, nos
impon t:: su
revelac io ne.. la razón por más que
ya
el
te rre:10 no le pert nezca, deja de ser alía
da.
i aqu é lla e apodera de nue tro espíritu
no e · porqu e · ta, que por su naturaleza, como
ya
10
he dicho, ti ene que pedirle explicación de
la cr t'nc ia, cont ribuya
á
ello·
ino por que nues–
tro s ntimiento relisio. o . eh impuesto
á
nue·–
tro pens ·m ie nto filo ófico.
La
cuelas teolócrica explic ndo dogmáti.
camente, egú n su
reli. ione., adem·s del mis_