La civilizaci ó n 1).1Q"a na era ecroís ta
y
arista-
~
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.
.
c rática;
y
todo principio, en los organismos
físi~
cos
y
en los organi smos sociales. egoísta
y
es–
trecho es infecundo,
y
ti e ne po r t;-i. nto vida pa–
sage ra. La naturaleza e nto na , en sus diversos
rein os, prolongado himno a l.
amor
y
á la
demor
O'OC1tl.
J es ús, nac ido e n un pesebre, confu ndido con
las ge ntes más humild es, predicando un.a doc–
trina e n la que todos son he rmanos
y
e n la q
u~
la muj e r aparece redim id a; ense ñando, con su
palabra
y
su ejemplo, la moral más pura; mu–
r ie ndo e n ig nominio so patíbulo en recompe 11 s¡.¡.
de s u infinita sol icitud por los hombres; era el
fu ndador de un a reli g ió n, la única digna J e fi ja r
las divisiones dé la historia;
y
de trazar e l ca–
min o
y
el
idea l de la huma nidad; porq ue ella
e nce rraba e n s u se no los in ago t:i.bles tesoros
de s u uni\ ersal amor.
La reli gión de C ri sto. no comprendida po r el
ca rác te r sobe rbi o, egoísta
y
mezr¡ uino del pue–
blo judío. que sólo veía en la nu eva doctrina
u na revoluci ó n supe rficia l de la sinagoga; e n–
co ntró su más in signe intérpre te en el genio
ex traord in a ri o de San Pablo ; que con un a lma
vehe me n tí sima, poseída ele tan di vi::a exalta–
ció n que no se a nonadaba ante controversias,
destierros , martiri os
y
distancias; extend ió por
todo e l mundo, aliéndo e de la penetrante filo–
sofo que ha bla absorvido su espíritu en el
ri e nte, la universalidad
y
la grandeza, el poder
y
hermosura de los dogmas de la enseñanza
evangélica.
Co n la i1:re_si!ltibk doctrina
y
propag.g.nda de