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firmeza de su criterio )· sencille ::: de s;1 proce–
dimie11to, me rece todo respeto
y
elogio. St1nto
Torná~
de .fi.quino, e l
Ang-el de las Esrnelas,
e ra
t i
incomparable teólogo
y
fil·ósofo que con –
centr(;l en su ge nio, no sólo toda la ciencia el e
la Ecla'd Media, sino toda la filosofía cristiana.
Su mé rito fi,los óíico estriba pri.ncipalment e en
hab~ r
unido,
e~~
colost1 l síntesis, la teología or–
todoxa co n el pensamiento de Aristóteles. El
intento e ra de muy
difícil rea lizac ión , porqu e
los elementos no cont
ení.an, por sí mismos, sus–
tan cias asimi lab les; sin embargo, aquella fccu11 -
cli clad que es atributo ese ncial del genio les or–
·dena qt;c se un an ;
yi
me rced
á
s u mandato, la
·humanidad pu ede contemplar, extasiada, la
í11 -
~ima
armonía
y
a \·asalladoru grandeza en la
·co ncepción del autor el e
la
Summa
T!te(Jlo,f7Ú .
¿Cómo no podría res ultar ex plénclida la obra
cuyo arquitec to era una intelige ncia ele\ra clísi–
ma , cuyo pedestal
y
cuerpo era
tomado de
A ristó teles,
y
cuyo _coronami ento, dando brillo
á
toda la co nstrucc ió n, es taba iluminacl c por la
moral cristian'a ?
En su ese ncia, la filo so fía escolástica de · la
Edad Media, sin considerar
la
cóncepción teo–
·lógica que la informa, es una secular disput<l
e ntre el
Nominab'snzo·
y
R ealismo,
qu e repr e–
sen taban respectivamente el · sensualismo
y
el
idealismo:. Si sólo ti enen existencia las es pec ies
y
lo~
ind ividuos, no reconociéndose valor
i
los
principios gene ral es,
~1110
sostenían
lo .~
nomi–
nal'istas, se ni ega la ley moral,
y
con ella to.dos
·los principios que gobiernan al mundo, cayen–
do por tanto, la filosofía _en grosero sensu<Jli s