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tica, con inquebra ntable firmeza; se hall a pro–
tegida por dos prin cipios el@vados :
la
lea ltad
y
valor; que si no son sufic ie ntes para ocultar e l
concepto erróneo que e ntrañan, porque « e l
error
~s ·~ n
1pentor hi s tórico cuyo valor no pue–
de negarse
>J;
salvan si n emba rgo, al hombre y
á l pueblo. Desbo rdadas viole nta me nt e sobre la
inteligencia escolást ica, la fil osofía ideal.ista de
P la tón, el misticismo de la esc ue la el e Alejan–
dría , la ve rdad e ra ciencia Ar istoté lica, e l escep-.
ticismo de Pirró n, el ind1ferentisrno ele los Es–
toicos y e l sensualismo de Epicuro; tod as estas
diversas teorías fueron acogida s con ta. n ex trao r–
dinario e ntu siasmo.y precipitada confusión, qu e
si, sigui endo las consecuencias extremas, pue–
~len
e ncontrarse va rias esc uela s clift>rentes; en
el horizonte que presenta la perspectiva gene–
ral, sólo se observa un a amalgama extraña de
teorías paganas barnizadas por el mi sti s ismo
c ri sti a no, presagios mágicos por medio ele con–
juros cabalísticos é iluminac ion es teosóficas im–
pregnadas de la destructora ironía de la es.cuela
esceptica. sos te ni e nd o y combatiendo, co n inter-
mitente va ivé n, la ortodox ia católica.
·
En la é p0ca del Renacimiento, la filosofía es
ama ne rada, foti l, in decisa
y
pobre: ni un a teo–
ría origina l audaz mente definida. No iníecu nda,
si no al co!1t rario ampu losa, el movimi e nto filo–
sófico de la humanidad no le debe directamen–
te ninguna conquista.
Considerada, si n einbargo. e n su labor sinté–
tica, s i no tan gra nde como bajo el aspecto so–
cia l
y
político, e l Renacimiento tiene notable
impo rtancia en el desarrollo de la ciencia
fllosó~