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sófico son producto ele un panteísmo metafísi–

co é\bstracto.

Como derivación directa de la

Crítica de la

razón pura,

me ha parecido necescrrio exami–

nar, rápidamente, el panteísmo alemán, funda–

do en

~I

análi§is idealista del filósofo. de Ko–

nigsbe rg. No es, por esto, mi intento introdu–

cirme en la infinita variedad de teorías filosófi–

r.as,

que, fuera de aquella dirección, se fermen –

tan en el movimiento ci e ntífico de nuestro siglo.

Ni ellas se hallan perfectamente definidas, ni ha

transcurrido el tiempo né'cesa rio para que, del·

todo desarrolladas, la crítica filosófica pueda

medi r sus alcances. Correspóndeme, sólo, tra–

zar en general, los caracter'es de la filosofía.

genuinamente producto del ideal filosófico de

nuestro siglo; no los de aquellos sistemas exó–

ticos, que mante niendo añejas

y

desacredita.

das teorías, pugnan con el adelanto científico

de la presente é poca.

La filo sofía contemporánea debe respectiva–

mente á Descartes, á Bacón

y

á

Kant tres

principios deJos que ha hecho profesión de

fé:

la independencia)' la aut()ridad del pensa–

miento, el método experimental

y

la

crítica cien·

tífica.

Mediante

el

primero, la filosofía del

siglo XIX rechaza. co:1 altiva dignidad , cual–

quiera i111posici ón qu e quiera coactar el libre

vuelo de su pensamiento; admitiendo. como

·único poder legítimo, el ele su propia reflexión.

En virtud de l segundo, aleccionada por los fra–

casos de los sistemas merame nte ideales, la

filosofía Lusca hoy su guía en el estudio de la

realidad, en las observaciones ele

·1~

naturaleza