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ma hegeliano; pues identifica, en

la

síntesis. to–

dos los principios, llevándolos á la .unidad ab–

soluta de la Idea. Presentada la

Idea

en su

manife stación y determinació11 externa ev.olu–

tiva , es objeto de la

Filosofia de la natura–

leza;

y

en

su

ascención,

igualn~ente

evolu–

tiva, en el espíritu, en donde adquiere eHa

conciencia, se contiene, como principio sóla–

mente

subjetivo,

en el

ind1'viduo;

como ele–

mento

objetivo,

en el

Derecho

y en el

Estado,

y corno espíritu

absoluto,

como evolución su–

prema y final, e n el

art.;,

en la

religz'ón

y

en

.Ja

.filosoflrr,

que representa suqlime capitel en

la alucinadora construcción del filósofo de Stug–

gard. Ei idealismo puro

no

ha podido tener, á

excepción de Platón, un interprete comparable

á Hegel: reunía este genio, en su espíritu ex–

cepcional, el sentimiento de lo bello, la imagi–

nación altísima del maestro de la Academia,

á la fuerza lógica de Spinoza,

y

á la profundi–

dad ele la filosofia alemana. Por esto, la gran–

diosa concepción del sistema de Hegel es

cda

síntesis cientíhca más general, más sistemática

y

m'ás compre nsiva de cuantas han aparecido

en · el .campo extenso c;le la historia ele la filo–

fía.ii

En efecto nada falta en el sistema he–

geJ.iano: desde las leyes de transformación

cid

mundo físico, en sus períodos mecánico,

químico

y

orgánico, hasta las leye.s de la filo–

sofía de la historia

y

de la religión; hasta los

principios más elevados de la .estética

y

de la

filosofía; todo se haya estudiado

y

explicado,

con tanta sencillez, métoJo

y

belleza, que 3.i la

verdad correspondiera ' con estas cualidades,