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princ1p1os que había des truido en su
Críti–
ra rle la razón pura.
Poseido de u11a veheme nte
pasión en favor de la libertad huina na, se ñala
como base ele la moral el cumplimi ento del deber
por el deber mi smo, conteni do en un
únperativo
rntegóri'co.
Es ta regla es para dirig ir un a volu n–
tad, á la qu e Kant procura prese nta r ta n com–
pletamente libre, qu e ll ega á darle el pode r más
ahsoiuto; enco ntrando sólo en la razó n huma na
la cau sa, el objeto
y
el fin de la ley mora l que el
hombre libre se im pon e á sí mi smo. En la mo–
ral Kantiana en la qu e el hombre apa rece como
un
fin en sí,
y
su ley como una manifestación de
su ré\zón absoluta
y
sobe rana, qu e le da existen–
cia
y
valor; puede e nco ntrarse el o ri ge n lógico
de aq uella mora l in dependien te que preocupa
á la ci e nci a contem poránea. Pero la
Crítfra
de
! ti
razón práctica
no co nti ene
los g-·rancl ís imos
mereci mi entos ni el rigor lógico que la
Críúca
de
la razóu pura.
Así es que ella cada día cae
en mayo r abandon o, sac ri fica ndo su contradic–
ción e n aras de la
Criúca rle la razón p ura.
que,
a ntes de permitirl e exi s tenci:.l científica, la tenía
conclenaJa á mu erte, con s u a ná li sis subjetivo,
su ciencia fenómenica
y
s us insolubles a ntino–
mi as.
Todas las escuelas fil osóficas de nu es tro si–
o-lo - es opinió n uná nime de los trata<listas –
~ncu e ntra n
su origen, segú n
ya
lo he dicho,
en la
fi losofla de Kant : Unas, como el
ja1l–
leísmo
alemán,
en sus diversas manifestacio–
nes, prov ienen de ella e n línea recta; otras co–
mo el
ec!ectirismo
úlcalúta francés,
de
su com-