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de la que se eleva el espíritu á los princ1p1os
universales, absol utos
é
incondi cion alt;s. Tres
son las id eas fundamentales de la razón pura:
e l alma, e l universo, Dios; el problema psicQ–
lógico, el cosmológico
y
e l teológico. Y enton-
. ces Ka nt como "había negado e l va lor objetivo
de nuestros juicios, no vacila tampoco e n fre n–
te de los conceptos de la razón pura; y traza
una X
in de ~~cifrable
qu e sea e l epi tafio de la
ciencia en
el
mausoleo en que se depositen,
por si emprt>, las ideas del a lma, del universo
y
ele Dios, víctimas ele
in sol11bl es
anlznom1·as.
El
probl ema de l co nocimi e nto, fa ti gado por con–
ceptos meramen te subjetivos
y
por afirmacio–
nes contradi ctorias, es detei1iclo e n
la
Crítica
de
la
razón
/J7tra,
antes e l desconsolador aviso
de un in curable escep ti cismo. El escepticismo
ele esta ob ra. s in segunda e n la hi stori a de la
filosofia, es el más amargo
y
penetrante qu e
ésta contiene ; porqur:: es e l más cien tífico
y
te–
mible. No es una afirmación g ratuita, no es un
dogmatismo
intransigente quien lo produce.
Es e l resultado
ael
trabaj o mas giga ntes co qu e
ha rea li zado e l pensamiento reflexivo del ge–
ni o e n la ciencia filosófin. Si a larmados no no s
apresuramos
á
r.esg uard a rn os tra s e l baluarte
in expugnab le
del
se ntimi e nt o y de la fe
indi–
vidual, corno e l mis mo K3nt lo hizo, :iunque
extraviaclamente, en su
Crítica
de
la
razóll
práctfra;
dificil, mu y dificil es, reconozcámoslo
con franqueza, que la ciencia pu.eda jamás re–
solver algunas ele las antinomías del solitario
de Konigsberg.
Cuando se va avanzando en la lectura de la