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B. PÉL1EZ
GALD0S
- que
estrechaban el ,cuello del hebreo
C€SarOD.
Separóse la persona ,de Gloria de,la armonía de
lo
.vi
viente,
y
su bella faz- se
rué
apagando co–
mo ascua" quedando en perfecta calma aque–
lla cen'iza hermosa y tibia,
á
cada
instante más
frIa, más
blanca
y
~]ás
inmóvil.
Creyerase que
aún susurraba la vida en sus labios; mas era
ilusión.'
~l;a
que
persistía lá expresión
'sublime
de
sus sentjmientos ; aquella ceniza-sin
lumbre
am,aba
al parecer todavía-. Los áng,eles, acer–
cándose suavemente, la tocaron con sus blan–
das manos, la exanlÍuaron, la
sl1sp.endiel'on, ..
Vel fatigado espiritu suspiró al tener concien–
cia de su nueva vida. A punto que el alma
li–
bre' tendía
su
primera mirada por el infinito,
Daniel Morton
oyó'
las campanas que dentro
y
fuera de la Iglesia-sonaban con estrépito. Era
el
mo~ento
en que el cura cantaba con su
cascada vocecilla:
Gloria in excelsis Deo.
Todo
era alegría" en memoria de la
I'esul'rección
d 1
Seílor.