GLORIA
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prend'ie'uda 1"3 gravedad del estado de Gloria,
no
se
atreví~
á separarse de ella. '
Y
sin em-:
bargo, era indispensable lla,{nar, pedir soco–
rro. Llamó á la dueíÍa de la, casa; pero nadie
\ d·
le respon
16.
'
, c¿Están ahí mis tíos?-dijo Gloria abriendc
los ojos.-Sí: les - veo, ahí están. Sentiría no
despedirme de ellos.•. Ya, querida tía, estará
usted conten
ta
de
mÍ.
El
sacrificio que usted
me pedía, ¿no está hecho? La renuncia que
usted me aconsejaba, ¿no está hecha?,
Su espíritu,
d~~pués
,del último período de
iucidez, -había- sido de.' nuevo arrastrado á las
tenebrosas corrien tes circulares 'del delirio"es–
tado vertiginoso
ro
n~
semejante
á
los remoli–
nos del' agua en
la
tromba.
,
,Pero la idea de u8ted, querida tía-prosi-
guió \a
enrerma,~no
ha podido -triunfar com-
pletJlmente en mí,
y
al presentarme delante de
Dws, le _ofrezco las' prendas de
ini
corazón
y
los
no~le8
afectos de que no puedo despren–
derme... ¡Oh, Dios
miol
no me es posible
amarte como
á
un novio. No te veo grande,
superior
á
todas las cosas; sllo ' cuando veo
bajo tu sombra
á
los que he querido 'en . el
- mundo. Por Tí, mi esposo
y
-,mJ hijo sHbirán
conmigo
á
descansar
á
la sombra de ese árbol -
celeEtial en cuyas ramas cantan los ángeles.,
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