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GLORIA.
36a
que constituyen la fúnebre -gacetilla de los
ce-~
mentarios; pero:O. Buenaventura no.. To
COll- -
sintió.
El
olvido en
que
poco
á
poco
ha ido.
quedando
su
preciosa memoria debe de
ser
para'ella muy placentero, si desde la
c~lestial
.
inmortalidad donde reside puede dirigir
una
mirada de compasión
á
Fic6briga.
De
Serafinita se tenían noticias edificantes.
~
,
Su
santidad crecía ,sin que disminuyera
su
bondad, lo. que
era
garantía de
la
salvación
,
,
de alma tan notable.
D.
Angel no volvió
más '
'á
Ficóbriga,
y
seguía goqernando su diócesis
como él sabía hacerlo.
A~hor-a
se dice q ue le
trasladarán á otro, arzopispado de más impor-
, tancia,
y
en
~verd~d
lo merece. Recordaba siem–
pre
con amargo disgus to los sucesos del
Sá–
bado Santo de aquel a fio
y
l a proplén1ática
conversión ... ¿pero q ué podía él ' hacer, santo
varón, en medio de la teri'ible batalla
de las
conciencias?
Si
en aquel día no entró alma
nueva en el rebafío, no fué por culpa del digno
y
solíci to pas tor.
En el mismo afio
á
que roo refiero , es decir
11
cuatro después de aquella SeLnsua Santa, cé–
lebre en Ficóbl'iga por sus espléndidas proce–
siones
(y
no hubo más porque D. Buenaven–
tura dedicó su dinero
á
empedrar la villa),
cuatro uños más tarde, repito, un precioso
ni-