"
"
'.
f
362
.,
,
B. PEREZ GALDOS
------------
la
casa,
se cerrÓ todo;' no quedó allí más
que
'el
viento, que
jugaba
con
las persianas
rot,Ra
y
daba
vueltas por
las
cuatro
fachadas. De la
que
regocijab'a el .universo
con su
presencia no
quedaba
nada
visible.,
y
donde
ella
vivió
no
había más que
soledlld, olvido, silencio.
'l?l
afio pasado, ó si
se,
quiere,
cuatro afios
después
de los sucesos referidos,
vi~os
restan–
rada la _casa de Lantjgua. D. Juan Amarillo no
había
podido
atra.par
tan
h~rmosa
finca,
y
8S–
taba l.i
vido de des,esperación,
tristeza
y codi–
cia; por lo cual, bl1rlonarnente, le llamaban
los' de Ficóbriga
D_"
_Juan
Ve1~de"
Su esposa,
.' atacada
de
una
ictericia crónica, se
consumía
tristemente,
roída
por
un
diente de cobre que
le
destrozaba las entrafias. . .
. H abiendo conservado
la
casa para
si
Do
B~enaventur8,
pasaba en
ella
los veranos
con
~u
simpática familia.
De la
sefiorita Gloria
na-
o
die
ó
casi
nadie
se
acordaba
ya.
La
aureola
de
memorias
humanas
se
babia
marchitado
en su
frente;
pero ¿qué le
importaba si tenf
otra
de
luz
inextinguible,
cuyo respIan or,
DO
por
sernos oculto,
es
menos
vivo?
So re
u
tumba
grabaron ca torce apellidos. D. Silve ..
tre
q uiso que se pusiera tam-bién un v
ISO,
un
elogio, eua q ui er
cosita
conso
antada, de es