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mi nombre,
r~cibirá
cien veces t"anto
y
here–
dará la vida eterna.'
-:-JOh, qué cruz tan pesada, tan espantosal .
. "";"';exclamó Gloria elevando sus brazos.
,
.
,
. .·-HiJa ,mía,
n0
inte¡'pretes mal esto, que no
es imposición mía, sino simplemente exhorta–
ción
y
consejo-dijo Serafinlta tomándole las
manos
y
estrechápdoselas con amor;-no creas
que yo predico
la.
desnaturalización, no. Pero
á
·la altura de tu falta
ha
de estar tu purgatorio.
S ·
~
)
, I
necesitas cargar
una
cruz muy peaada para
ser recibid·Q arriba, no has de llevar 'una ca11a.
Sacrific-ando nifierías, caprichos vanos y cosas
de poco valor, no se gana- la vida eterna. Es
forzoso arrancar del corazón la fibra más sen–
sible, arrojar ia joya de más precio, matar lo
grande, lo querido
y
lo entrañable, meter la
espada en lo
más
hondo, 1l0ra1' mares de
lá–
grimas, padecer, padecer mucho y siempre pa–
decer. Esta es la clave del cristianismo, amor
Diío. Ya
sabes que en el día de hoy celebra–
mós el augusto .sacrificio de
la
víctima del
Calvar io, del divino Cordero. Fija tu pensa–
mien tó en este ejemplo sublime,
y
considera
que es n ecesario que nos crucifiquemos para
parecernos
á
É l
Y
entrar en su reino.
-¡Crucificarme! ¿No lo estoy ya?-dijo
GJ~
ria extendiendo los brazos en cruz.