GLORIA.
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te redima; que renuncies al deseo de saber co-
,
....--
SRS
ocultas
y
hondas, -
y
abraces la mejor sabi-
duría
y
la filosofía
mejol',
que consisten en no
tenerse en nada
á
sí mismo; -que apartes tu
corazón del amor de las cosas visibles par-ª lle–
narlo de las invisibles.:t
Dijo estas palabras Doña Serafina con emo·
ción tan profunda
y
tal -acento de convicción,
que era imposible oirlas sin asombro. Gloria
cruzó las manos sobre el pecho,
y
con acento
de fe respondió:
,
e
A
todo renuncio; pero no acierto
á
renun–
ciar
á
mi hijo. Me desprecio como mujer; pero
como madre nd puedo hacerlo. Arranco de
mi corazón todos los sentimientos menos éste
que me da vida. Ofrezco
á
Dios todo lo que
hay en mí; pero no puedo ofrecerle, como un
homenaje piadoso, la negación de mis dere–
chos
y
de mis goces de madre. ¿No es esto no–
ble, no es esto santo, no es esto divino tam–
bién, tan .divino por lo menos como esa per–
fección que consiste en negarse
á
sí mismo?
-Sí: noble, santo, divino también es ese
sentimiento-dijo Serafinita.-¿Quién lo du–
da? En la forma de la maternidad fué enalte–
cida sobre todos los seres humanos la Santísi–
ma Virgen. Los sentimientos maternales son
puros
y
santos sobre todo encomio, bija mía,