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GLORIA.

197

te redima; que renuncies al deseo de saber co-

,

....--

SRS

ocultas

y

hondas, -

y

abraces la mejor sabi-

duría

y

la filosofía

mejol',

que consisten en no

tenerse en nada

á

sí mismo; -que apartes tu

corazón del amor de las cosas visibles par-ª lle–

narlo de las invisibles.:t

Dijo estas palabras Doña Serafina con emo·

ción tan profunda

y

tal -acento de convicción,

que era imposible oirlas sin asombro. Gloria

cruzó las manos sobre el pecho,

y

con acento

de fe respondió:

,

e

A

todo renuncio; pero no acierto

á

renun–

ciar

á

mi hijo. Me desprecio como mujer; pero

como madre nd puedo hacerlo. Arranco de

mi corazón todos los sentimientos menos éste

que me da vida. Ofrezco

á

Dios todo lo que

hay en mí; pero no puedo ofrecerle, como un

homenaje piadoso, la negación de mis dere–

chos

y

de mis goces de madre. ¿No es esto no–

ble, no es esto santo, no es esto divino tam–

bién, tan .divino por lo menos como esa per–

fección que consiste en negarse

á

sí mismo?

-Sí: noble, santo, divino también es ese

sentimiento-dijo Serafinita.-¿Quién lo du–

da? En la forma de la maternidad fué enalte–

cida sobre todos los seres humanos la Santísi–

ma Virgen. Los sentimientos maternales son

puros

y

santos sobre todo encomio, bija mía,