192
B. PÉREZ GA.LDÓS
.
e
Te mortifico - dijo Serafinita. - Oallaré,
.'
pues, porque no puedo
fal~~r
á
la
caridad. Pe.
ro por tu parte debes desear la mortificación,
debes buscar el padecimiento-, renovar tus do-
. lores
y
clavarte cien veces estas espinas y es–
tos olavos, pues sólo cuando no te canses de
padecer, serás salva
y
regenerada, hija
mi.
querida.
-Pues siga usted: quiero oir.
- -No: sólo me resta decirte que mi herma-
no
ha
dispuesto con gran sabiduría que ese
nitlo debe ser reclamado por Jesucristo, pues–
to en salvo, en seguridad, con garanUas de
que nunca dejará de pertenecer
á
nuestra san–
ta
fe católica.
. -¿Pues qué-objetó Gloria vivamente,–
temen que yo sea capaz de apartar
á
mi hijo
de la fe de Jesucristo?
:-Tú
no•.. si bienfus ideas no son las
má.
á
propósito para darle una educación verda–
deramente cristiana•.•
y
mientl'as
DO
veamos
completa
y
absolutamente limpio su corazón
de vanidades sentimentales.•.
-Pues qué, ¿no lo está ya?-dijo Gloria
yf–
vamente.
- ¡No, querida hija mía, no
10
estál
Breo
conozco que existe aún la levadura del de8or·
denado afecto
y
de las mundanas
imaginucio·