GLORIA '
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-¿'re
agt'ada
mi compailía?
.'
-
-":~1ucbo...
Me
consuela oir su voz.•. Yo
quisiera hablar '
algo
también.
Teng~
muchas
cosas que decir.
~Pl1es
dimelas• .
- O
mejor será que me calle.
Si
no está us–
ted
muy
cansada, querida tia, llo 'me deje
sol~,
porque no dormiré 'y estaré pensando
horri~
bifs
disparates... Pensaré mucho
en
el
afán
que me -ha sacado de' mi casa
á
hurtadillas
tres nO.ches, y en otras cosas que me turban.
-Te
a~ompaflaré
si quieres.
-Siénteso usted ahí,. jqnto
á
mi camu,
y
repréndame por ' mi mala cOD.düeta. No debí
hacer lo que he hecho, ¿verdad?
, -Quizás
esta falta DÓ' sea
tan
grande como
tú
crees.
-¿Merece perdón?
-Sí: merece perdón,
y
yo te lo doy con toda
mi
alma-repuso amorosamente Serafinita,
poniendo
su
suave y blanca
maDO
sobre el
angustiado seno de Gloria. -¿Has podido
creer otra cosa de mí? ¿Has visto en mí algu ..
•
na vez crueldad, violencia
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coacción brutal?
¿Empleé otros medios que la exhortación, el
ruego y el natural influjo que los mayores
ejercen sobre los pequefiitos, sobre los nítios? ..
Porque
tú
eres
Ulla
nit1a,
un tierno arbolito al
•