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B. PÉREZ OALDÓS
.«No...
'1.10,
¡por amor ,de Diosl-exclamóla
joven rechaiando
con rubor aquel servicio.–
¡Usted de rodillas
d~lante
de -mí, usted como
una
criada! .
-:-Así comprenderás
la
humildad-dij.o
Se–
l~afinita.~¿Qué
fmpor!a que yo. sea tu
criada?
pe.betllos creernos' siempre inferiores
á. los de–
más. La mejor manera de conservar
la_hu–
mildad
es creer
que
todos valen:más que
nos"
otros.
- --No, no
pqedo consentirlo.
. -Me causarás pena si te opones
á
que
te
sirva, queri"da hija. Déjame. Es
mi
gusto. Tú ,
D_ecesitas de mi auxilio porque estás fatigada,
pobre
y
desgraciad/a niñita.
~
Gloria procuró ven'cer su cansancio,
y
al
fiu
reposó en
SU'
lecho, del cual había salido tres
horas antes. Los gallos cantaban más
fuerte.,
anunciando la pi'oximidad del día.
c¿Quieres tomar algo?
-No, querida tía: gracias.
-¿Tienes suefio?
-Tampoco !!.
.
-¿Te molesta
mi
compafiía? ¿Quieres
que
me vaya ó que me quede?
-Que n o se separe usted de
mi
es
lo que
deseo; pero no quiero que usted esté en
vela
por mí.