GLORIA
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dió
á
ella prontamente D. Buenaventura, .te-
meroso de que la impresión recibid.a la ,tras–
tornase, y afeetando tranquilidad, que ,estaba
muy lejos de tener, dijo:
,
cQuel'ida hermana, no te
a~ijas
sin motivo.
Aquí no ha ocurrido nada d,e
par~icular.
Este
caballero pasaba-casualmente cuando...
-¿Por qué no decir la verdad?-manifestóf
Daniel
iuterrurnpiendo.~Yo
detuve su coche
cuando volvía•..•
Gloria, que había recobrado
~l
conocimien–
to
y lloraba en silencio, cayó de rodillas de–
lante de su tía, besóle las manos,
y
entre aho–
gados sollozos, bebiéndose lss lágrimas, habló
,así:
«8e11or8, tía de mi corazón, he faltad9, he
pecado contra la obediencia, contra la resig–
nación; he faltado á mis votos
y
al deseo
y
á
las órdenes de usted; pero merezco perdón por–
que soy madre... Soy madre
y
he ido
á
ver
á '
mi hijo, de quien me separa una prohibición
justa, pero
á
la cual no puedo l'esignarme.» -
A la declaración de Gloria sucedió tétrico ..
silencio, por lo cual aq\lélla
lué
más solemne.
Creeríase que sus palabras subsistían sonando, -
y
quedaban como grabadas en el silencio mis–
mo. D. Buenaventura levantó
á
la joven del
8uelo, hízola sen tar; colocóse
á
su lado
DoDa
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