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.
GLORIA
- ¡
J'esú.s, María
y
J
osér-e~clamó
Doila Se–
rsfinita, invocando' con su ·acostumbrado fer–
vor y
piedad~
Dios y-los santos.
-
,
'
,
C~men~ó
á
levanfarse con mucha presteza;
pero 'las piernas le temblaban, y chócaban sus
dientes unos con otros ...
c
Setlora -volvió
á
decir Francisca,-¿no se
levanta usted?
-¿Qué hay?
-La sefiorita Gloria .•. -
-¿Pero qué le pasa, mujer?»
Quiso acelerar más la operación de vestir§le,
y
evócando las fuerzas de su espíritu, que eran
grandes., trató de sobreponerse
á
su pavor. Es–
taba aún
á
media tarea, cuando sintió los pa–
sos de su hermano'que baja ba precipitadamen–
te. Después sintió voces desconocidas en
01
co–
medor.
e
Esa pobrecita-pensó,-habrá tenido
un
susto, una pesadilla; habrá alarmado la casa.. .
Pero esas voces desconocidas ...
»
Salió
al fin,
y en 'el pasillo, Francisca, que
vol vía de
la
cocina, le dijo:
cNo
hasidó nada: un de'smayo. Ya ha vuel–
to en sí.
~
Fácil es
compl'~nder
el estupor de Serafini–
tn al ver
á
su Bobrina vestida como si acabara
de llegar de
la~
calle,
y
á
dos hombres desco -